El ilustrador comunista rumano Laurentiu Ridichie,
todo un talento que no nos cansaremos de promocionar en este blog, ha
realizado una serie de ilustraciones con motivo de las protestas
organizadas por la derecha rumana y las ONG,s financiadas por Europa y
Estados Unidos contra el programa social del gobierno socialdemócrata.
En ellas muestra, de forma crítica y original, algunas características
que definen a los que participan en ellas y determinados hechos
significativos que desvelan su carácter de clase, es decir, el ser
acciones organizadas por la clase dominante defendiendo algunos
intereses puestos en peligro por el nuevo ejecutivo. Nada que ver, por
lo tanto, o al menos de forma directa, con la supuesta ordenanza
favorable a la corrupción publicitada por los medios de la derecha
reaccionaria y el hombre de Ángela Merkel en Rumania, Klaus Iohannis
(presidente del país).
En la primera ilustración, que denuncia el racismo social que ha caracterizado las pancartas, gritos y opiniones de los participantes en la manifestación, muestra lo que podríamos definir como "la lucha de clases" que se está dando en Rumania (lucha de clases en la que solo lucha uno de los bandos, la burguesía, en plena euforia ofensiva contra la clase trabajadora). Para ello, como es habitual en los últimos tiempos, usa a la "aristocracia obrera"; es decir, a los miembros de la clase explotada con más altos salarios (aunque en Rumania la palabra "altos" sea paradójica, pues las multinacionales malpagan con apenas entre 400-500 euros a sus "méjores" empleados).
Estos "trabajadores" (ellos prefieren ser llamados "empleados" porque se sienten más "cool", puesto que el término de "trabajador" es identificado por los medios de propaganda con el "comunismo", el "mal de todas las cosas" según la religión del capital, incluso causa de los saqueos y robos de la clase capitalista de uno u otro partido en la actualidad), no cesan de despreciar, insultar y burlarse de la mayor parte de la población rumana que, si es que han conseguido un trabajo, ganan menos de 200 euros al mes (según la estructura salarial publicada por el Instituto Nacional de Estadística en diciembre de 2016). Para ellos, esta "mayoría" es una carga de la que, prácticamente, hay que librarse (sin importarles que desde la restauración del capitalismo en 1990 más del 20% de los rumanos se hayan visto obligados a huir del país para poder encontrar trabajo, después de la destrucción sistemática de la industria productiva nacional para convertir Rumania en un mercado sin competencia para los productos multinacionales), dejando a la mayoría de los que se quedan en los límites de la pobreza (el 46% según el Eurobarómetro de la pobreza de 2016).
Este peligroso racismo social, que nos retrotrae a épocas pasadas en las que a los excluidos, enfermos, pensionistas o, en general, los que no podían producir, se les criminalizaba y marginaba socialmente, si no se les quitaba de enmedio directamente, hace que las protestas tengan un cierto aroma a fascismo. No es de extrañar, no obstante, que esto suceda, en unos tiempos en los que la euforia capitalista no duda en recortar derechos y salarios a los trabajadores, en nombre de la austeridad (austeridad que, por supuesto, no les afecta a ellos), mientras se hacen campañas contra la idea, nacida por cierto en la Union Sovietica, o al menos alli fue el primer lugar donde se aplicó, sobre la obligacion social y humana de mantener a los ancianos y enfermos y, (solo en occidente porque en los paises socialistas no había tal cosa), tambien a los parados.
En la anterior ilustración, Ridichie muestra algunos de los argumentos utilizados por estos manifestantes de la derecha, jóvenes creyentes en la existencia de ese paraíso capitalista que le han prometido: "!Hay que quitar el voto a los pobres!" (porque luego votan a la izquierda y al, repitiendo el mantra, !Comunismo!, porque les suben los salarios y las pensiones y les ayudan a pagar las medicinas); "!El jefe de estado está con nosotros!" (referencia a Klaus Iohannis, el corrupto presidente del país contra cuya corrupción ningún manifestante arremete; "!Salvad a la burguesía!" (en referencia al nuevo partido, USR, gemelo de Ciudadanos -C´s- en España, creado para dar una cara más "democrática", "anticorrupción" a la derecha corrupta, y que empezó como asociación en Bucarest con el nombre "Salvad Bucarest"), o "!PSD, Peste Roja!" (los corruptos siempre necesitan un chivo expiatorio para que mientras se mira hacia otro lado, puedan seguir saqueando; en este caso, los "anticomunistas" han elegido al Partido Socialdemócrata, que identifican en un malabarismo justificativo que hay que ser memo para tragarse, que es un partido "comunista"; esto es un arma de doble filo, porque muchos de los que aspiran a que el comunismo vuelva a Rumania -más del 52% de los rumanos el pasado año, según las encuestas-, acaban votando finalmente al PSD, a pesar de que sea un partido procapitalista, proeuropeo y procorrupción, como el resto).
Un detalle brillante es la pancarta de la esquina inferior derecha, donde un "joven libre" muestra un corderito indefenso con la esvástica tatuada. El fascismo se viste en estos tiempos de euforia capitalista de humanismo democrático.
El apoyo de gente como Van Groningen, es decir, altos directivos de multinacionales, tanto mediante la presencia en las manifestaciones como por otros medios, como la donación a ONG,s participantes, dar días libres para asistir a la protesta o financiar comida y bebida para surtir y evitar el desánimo en los protestatarios, dice mucho de las verdaderas razones de las protestas. En este caso, dos medidas del programa de gobierno son ilustrativas: el aumento del salario mínimo a 1250 leis (casi 300 euros brutos), lo que va a provocar que los beneficios de los empleadores bajen, y el aumento de los impuestos a las grandes empresas del 5% al 16%.
En la viñeta de más arriba, Mihai Gutu y Klaus Iohannis van con un tandem por el Bulevar de la Victoria del Capitalismo (en referencia a la Plaza de la Victoria donde se reunen sus chicos para protestar) mientras, de fondo, a parece un paisaje de bosques talados, como los bosques rumanos. Parece ser que uno de los negocios del presidente del país es, en asociación clandestina con una multinacional austríaca, el de la exportación masiva de madera de los bosques rumanos, sin importarles si se trata de zonas protegidas o naturales, en el marco del gran saqueo de materias primas al que están sometidos los rumanos desde el golpe de estado de 1989.
La lucha de fondo se da, como reconoce Ridichie en la anterior viñeta,
en una situación de conflicto y reordenamiento interimperialista, en la
que la emergencia de nuevos capitalismos poderosos (China, India
Rusia...) hace temblar a los países capitalistas clásicos, debido a la
competencia feroz provocada por la hiperexplotación a la clase
trabajadora por los nuevos competidores, lo que tiene como consecuencia
que el globalismo antes fomentado sin fisuras empiece a ser cuestionado
por algunos. Entre ellos, el que fue el polo imperialista único hasta
hace poco: Estados Unidos.
La victoria de Trump no es más que la el efecto de la nueva situación en la cadena imperialista global, en la que ya no se trata de imponer los productos de las multinacionales de los fuertes a los débiles, sino que los débiles, que han aprendido la fórmula, ahora se han puesto a producir más barato (a costa de su clase trabajadora, claro). Así que una nueva ola de proteccionismo cunde en el todopoderoso imperio norteamericano, mientras sus protegidos de, por ejemplo, la UE, empiezan a quedarse sin el apoyo de papá y solos ante los gigantes que llegan de oriente.
En Rumania, salvando las distancias con otros paises del entorno, como Hungria, algo de esto se siente en la situación: los globalistas temen que el PSD se deje llevar por la nueva ola y se acerque a las propuestas de Trump y del vecino Orban, de lo que se percibe algo en su programa de gobierno: más impuestos para las multinacionales, más ayudas a los productores locales. Iohannis que es el hombre de Merkel en Rumania no puede permitir algo así.
En la viñeta, el líder del PSD, Liviu Dragnea, sostiene el paraguas de Trump, mientras Iohannis hace lo propio con Merkel.
Más sobre Laurentiu Ridichie en este blog:
http://imbratisare.blogspot.ro/2015/12/ilustraciones-anticapitalistas.html
En la primera ilustración, que denuncia el racismo social que ha caracterizado las pancartas, gritos y opiniones de los participantes en la manifestación, muestra lo que podríamos definir como "la lucha de clases" que se está dando en Rumania (lucha de clases en la que solo lucha uno de los bandos, la burguesía, en plena euforia ofensiva contra la clase trabajadora). Para ello, como es habitual en los últimos tiempos, usa a la "aristocracia obrera"; es decir, a los miembros de la clase explotada con más altos salarios (aunque en Rumania la palabra "altos" sea paradójica, pues las multinacionales malpagan con apenas entre 400-500 euros a sus "méjores" empleados).
Estos "trabajadores" (ellos prefieren ser llamados "empleados" porque se sienten más "cool", puesto que el término de "trabajador" es identificado por los medios de propaganda con el "comunismo", el "mal de todas las cosas" según la religión del capital, incluso causa de los saqueos y robos de la clase capitalista de uno u otro partido en la actualidad), no cesan de despreciar, insultar y burlarse de la mayor parte de la población rumana que, si es que han conseguido un trabajo, ganan menos de 200 euros al mes (según la estructura salarial publicada por el Instituto Nacional de Estadística en diciembre de 2016). Para ellos, esta "mayoría" es una carga de la que, prácticamente, hay que librarse (sin importarles que desde la restauración del capitalismo en 1990 más del 20% de los rumanos se hayan visto obligados a huir del país para poder encontrar trabajo, después de la destrucción sistemática de la industria productiva nacional para convertir Rumania en un mercado sin competencia para los productos multinacionales), dejando a la mayoría de los que se quedan en los límites de la pobreza (el 46% según el Eurobarómetro de la pobreza de 2016).
Este peligroso racismo social, que nos retrotrae a épocas pasadas en las que a los excluidos, enfermos, pensionistas o, en general, los que no podían producir, se les criminalizaba y marginaba socialmente, si no se les quitaba de enmedio directamente, hace que las protestas tengan un cierto aroma a fascismo. No es de extrañar, no obstante, que esto suceda, en unos tiempos en los que la euforia capitalista no duda en recortar derechos y salarios a los trabajadores, en nombre de la austeridad (austeridad que, por supuesto, no les afecta a ellos), mientras se hacen campañas contra la idea, nacida por cierto en la Union Sovietica, o al menos alli fue el primer lugar donde se aplicó, sobre la obligacion social y humana de mantener a los ancianos y enfermos y, (solo en occidente porque en los paises socialistas no había tal cosa), tambien a los parados.
En la anterior ilustración, Ridichie muestra algunos de los argumentos utilizados por estos manifestantes de la derecha, jóvenes creyentes en la existencia de ese paraíso capitalista que le han prometido: "!Hay que quitar el voto a los pobres!" (porque luego votan a la izquierda y al, repitiendo el mantra, !Comunismo!, porque les suben los salarios y las pensiones y les ayudan a pagar las medicinas); "!El jefe de estado está con nosotros!" (referencia a Klaus Iohannis, el corrupto presidente del país contra cuya corrupción ningún manifestante arremete; "!Salvad a la burguesía!" (en referencia al nuevo partido, USR, gemelo de Ciudadanos -C´s- en España, creado para dar una cara más "democrática", "anticorrupción" a la derecha corrupta, y que empezó como asociación en Bucarest con el nombre "Salvad Bucarest"), o "!PSD, Peste Roja!" (los corruptos siempre necesitan un chivo expiatorio para que mientras se mira hacia otro lado, puedan seguir saqueando; en este caso, los "anticomunistas" han elegido al Partido Socialdemócrata, que identifican en un malabarismo justificativo que hay que ser memo para tragarse, que es un partido "comunista"; esto es un arma de doble filo, porque muchos de los que aspiran a que el comunismo vuelva a Rumania -más del 52% de los rumanos el pasado año, según las encuestas-, acaban votando finalmente al PSD, a pesar de que sea un partido procapitalista, proeuropeo y procorrupción, como el resto).
Un detalle brillante es la pancarta de la esquina inferior derecha, donde un "joven libre" muestra un corderito indefenso con la esvástica tatuada. El fascismo se viste en estos tiempos de euforia capitalista de humanismo democrático.
La ilustración previa nos muestra, con una ironía y un sarcasmo de alto
nivel, a un "joven libre" rumano (libre pero obligado a vivir en casa
porque su sueldo es de esclavo), con una pancarta típica de la
manifestación supuestamente "anticorrupción" en la que dice así:
"Nuestros abuelos y los pobres, que son estúpidos, deben morir",
mientras su madre ya mayor, seguramente también pobre, le arregla el
pañuelo con la bandera rumana y su aspecto para que vaya guapo a la
mani.
La polémica levantada por la presencia del Director General de
Raisfeissen Rumania en las protestas contra el gobierno no ha pasado
desapercibida para Laurentiu: en la siguiente viñeta muestra al señor
Von Groningen representado en una tarjeta de su banco con una pancarta
en la que escribe "Aumentad los intereses a los hipotecados", en
referencia a la denuncia que hizo el citado banco contra la nueva ley
aprobada por el Parlamento en la que se aceptaba la Dación de Pago para
saldar la deuda y contra otra en la que se permitía que los endeudados
cambiaran la moneda del crédito en lei rumanos cuando el valor de la
moneda extranjera se disparara (en este segundo caso, Raisffeisen ganó
su juicio y, por lo tanto, los endeudados en francos suizos, que están
ahora en una situación difícil con sus créditos, se los tienen que comer
con patatas).
El apoyo de gente como Van Groningen, es decir, altos directivos de multinacionales, tanto mediante la presencia en las manifestaciones como por otros medios, como la donación a ONG,s participantes, dar días libres para asistir a la protesta o financiar comida y bebida para surtir y evitar el desánimo en los protestatarios, dice mucho de las verdaderas razones de las protestas. En este caso, dos medidas del programa de gobierno son ilustrativas: el aumento del salario mínimo a 1250 leis (casi 300 euros brutos), lo que va a provocar que los beneficios de los empleadores bajen, y el aumento de los impuestos a las grandes empresas del 5% al 16%.
Los partidos políticos que están detrás de las protestas son,
principalmente, el Partido Nacional Liberal (PNL) y Unión Salvad Rumania
(USR). El primero está dirigido desde la presidencia del país por Klaus
Iohannis, el líder "anticorrupción" impuesto por Berlín y hombre clave
de las multinacionales alemanas y austríacas en Rumania. Antiguo alcalde
de Sibiu, ciudad en Transilvania, se hizo allí, con dinero que no puede
justificar (él mismo lo reconoce), con seis mansiones, y una séptima
que ha perdido por, según la justicia, falsificación los documentos
justificativos de propiedad. Es decir, un dechado de virtudes.
El otro partido, USR, tiene a uno de sus más conocidos miembros a Mihai Gutu, hombre de negocios, por supuesto, que se echa siestas en el Congreso mientras hablan sus propios compañeros de partido ganando por ello 5.000 euros al mes (el salario de la mayoria de los rumanos es menor de 200 euros). El partido, USR, destaca por su populismo derechista que, en nombre de la limpieza de cara de la derecha más reaccionaria, habla de anticorrupción, anticomunismo y libertades políticas mientras sus líderes hacen negocios jugosos con el estado y pactos políticos con el PNL para intentar tocar más poder. Su similitud con los falangitos de C´s es sorprendente. De hecho, su gran líder, Nicusor Dan, también ha sido grabado, como Albert Rivera, dando un discurso ante las cámaras con un descontrol de sí mismo que ha hecho preguntar a mucha gente qué tipo de sustancia habría tomado.
El otro partido, USR, tiene a uno de sus más conocidos miembros a Mihai Gutu, hombre de negocios, por supuesto, que se echa siestas en el Congreso mientras hablan sus propios compañeros de partido ganando por ello 5.000 euros al mes (el salario de la mayoria de los rumanos es menor de 200 euros). El partido, USR, destaca por su populismo derechista que, en nombre de la limpieza de cara de la derecha más reaccionaria, habla de anticorrupción, anticomunismo y libertades políticas mientras sus líderes hacen negocios jugosos con el estado y pactos políticos con el PNL para intentar tocar más poder. Su similitud con los falangitos de C´s es sorprendente. De hecho, su gran líder, Nicusor Dan, también ha sido grabado, como Albert Rivera, dando un discurso ante las cámaras con un descontrol de sí mismo que ha hecho preguntar a mucha gente qué tipo de sustancia habría tomado.
En la viñeta de más arriba, Mihai Gutu y Klaus Iohannis van con un tandem por el Bulevar de la Victoria del Capitalismo (en referencia a la Plaza de la Victoria donde se reunen sus chicos para protestar) mientras, de fondo, a parece un paisaje de bosques talados, como los bosques rumanos. Parece ser que uno de los negocios del presidente del país es, en asociación clandestina con una multinacional austríaca, el de la exportación masiva de madera de los bosques rumanos, sin importarles si se trata de zonas protegidas o naturales, en el marco del gran saqueo de materias primas al que están sometidos los rumanos desde el golpe de estado de 1989.
Los comunistas rumanos hablan de "lucha de clases" para referirse a las
protestas "anticorrupción" de la derecha rumana, que no hacen referencia
alguna, por supuesto, a la principal causa de la corrupción en Rumania y
en cualquier otro estado: el capitalismo. Se trata, claro, de una lucha
de clases en la que la ofensiva es de la clase capitalista y los
agredidos se dejan hacer; es decir, la clase trabajadora se mantiene a
la defensiva o, directamente, se pone de lado de los agresores contra sí
misma ¿Cómo es posible eso? Entre otras cosas mediante la manipulación
mediática brutal y agresiva llevada a cabo por los medios de información
en manos de las multinacionales capitalistas.
En este caso, es el "lápiz", son los periodistas, el arma esencial para hacer sangre en los explotados y profundizar la herida. De hecho, no obstante, la mayoría de los participantes en las protestas de la derecha, en favor de los privilegios de la clase capitalista y en contra del programa social del gobierno que las pone en duda, son trabajadores, con salarios ridículos y sin apenas derechos laborales (más allá de poder ir al gimnasio pagando un 50%, o el acceso a un seguro privado de salud a cambio de una cuota cómoda y accesible). Por supuesto, estos "jóvenes libres" no salen a la calle a protestar contra los verdaderos causantes de sus problemas, las empresas para las que trabajan, llegadas en muchos casos de otros países occidentales donde dejaron de pagar 1500 euros o más a sus trabajadores locales para "hacerles el favor" a los rumanos de pagarles 300 o 400.
No hay que malinterpretar mis palabras. Tampoco hay que exagerar con el programa general del PSD que, en esencia, es uno capitalista, es decir, favorable en su mayor parte a los objetivos de la clase dominante (aunque tenga, sin duda alguna, algunas propuestas que escuecen a las grandes fortunas y a las corporaciones extranjeras).
En este caso, es el "lápiz", son los periodistas, el arma esencial para hacer sangre en los explotados y profundizar la herida. De hecho, no obstante, la mayoría de los participantes en las protestas de la derecha, en favor de los privilegios de la clase capitalista y en contra del programa social del gobierno que las pone en duda, son trabajadores, con salarios ridículos y sin apenas derechos laborales (más allá de poder ir al gimnasio pagando un 50%, o el acceso a un seguro privado de salud a cambio de una cuota cómoda y accesible). Por supuesto, estos "jóvenes libres" no salen a la calle a protestar contra los verdaderos causantes de sus problemas, las empresas para las que trabajan, llegadas en muchos casos de otros países occidentales donde dejaron de pagar 1500 euros o más a sus trabajadores locales para "hacerles el favor" a los rumanos de pagarles 300 o 400.
No hay que malinterpretar mis palabras. Tampoco hay que exagerar con el programa general del PSD que, en esencia, es uno capitalista, es decir, favorable en su mayor parte a los objetivos de la clase dominante (aunque tenga, sin duda alguna, algunas propuestas que escuecen a las grandes fortunas y a las corporaciones extranjeras).
La victoria de Trump no es más que la el efecto de la nueva situación en la cadena imperialista global, en la que ya no se trata de imponer los productos de las multinacionales de los fuertes a los débiles, sino que los débiles, que han aprendido la fórmula, ahora se han puesto a producir más barato (a costa de su clase trabajadora, claro). Así que una nueva ola de proteccionismo cunde en el todopoderoso imperio norteamericano, mientras sus protegidos de, por ejemplo, la UE, empiezan a quedarse sin el apoyo de papá y solos ante los gigantes que llegan de oriente.
En Rumania, salvando las distancias con otros paises del entorno, como Hungria, algo de esto se siente en la situación: los globalistas temen que el PSD se deje llevar por la nueva ola y se acerque a las propuestas de Trump y del vecino Orban, de lo que se percibe algo en su programa de gobierno: más impuestos para las multinacionales, más ayudas a los productores locales. Iohannis que es el hombre de Merkel en Rumania no puede permitir algo así.
En la viñeta, el líder del PSD, Liviu Dragnea, sostiene el paraguas de Trump, mientras Iohannis hace lo propio con Merkel.
Por último, una viñeta reciente muestra cual es el principal problema de
Rumania, a pesar de los "jóvenes libres" que gritan contra la
corrupción (solo la de un partido) mientras atacan -seguramente muchos
ni lo saben- a las incipientes políticas sociales del programa del
gobierno (significativas por lo que suponen de potencia de cambio, no
porque representen un cambio de dirección real). Mientras la ideología
oficial, impuesta como hegemónica por la élite capitalista y corrupta,
es el "anticomunismo", mantra que se repite hasta la saciedad y permite
seguir robando mientras se sigue mirando hacia atrás buscando al
culpable, la única solución para Rumania es el Socialismo: luchar contra
el robo, evitando el mayor de ellos, la apropiación de la riqueza
producida por otros, socializando los medios de producción y dejando que
la mayoría, es decir, la clase trabajadora, sea la que se dirija a sí
misma.
En la viñeta, Laurentiu Ridichie muestra una típica pintada callejera que representa el mantra mediático que la oligarquía fomenta por todos los medios por el miedo que le provoca la organización de los trabajadores y su conciencia de clase, y que se podría traducir como "a la mierda el comunismo", En la ilustración, es tachada y sustituída por lo que convendría hacer a los rumanos para luchar realmente contra la corrupción, la pobreza y, en general, el desastre de estos últimos 27 años: "a la mierda el capitalismo".
En la viñeta, Laurentiu Ridichie muestra una típica pintada callejera que representa el mantra mediático que la oligarquía fomenta por todos los medios por el miedo que le provoca la organización de los trabajadores y su conciencia de clase, y que se podría traducir como "a la mierda el comunismo", En la ilustración, es tachada y sustituída por lo que convendría hacer a los rumanos para luchar realmente contra la corrupción, la pobreza y, en general, el desastre de estos últimos 27 años: "a la mierda el capitalismo".
http://imbratisare.blogspot.ro/2015/12/ilustraciones-anticapitalistas.html
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