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UN MINUTO DE SILENCIO
Miguel Pachas Almeyda
Un día como hoy, 15 de abril de 1938, a horas 9.20 am, en París, César Vallejo dio el gran salto. Había cumplido con creces sus versos premonitorios del poema “Piedra negra sobre una piedra blanca”; no partió un jueves, sino un viernes santo; sin aguacero, pero con una ligera llovizna.
Había partido aquel hombre que asumió con dignidad el sacerdocio de la poesía; el escritor que utilizó su pluma para defender la causa de los más pobres, y de manera incesante apostó por una nueva antropología y una sociedad con justicia social y económica.
Reitero: un minuto de silencio, por favor.
Ahora leamos este maravilloso poema:
PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…
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