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HUGO BLANCO: EL PUMA Y LA CALANDRIA, DEL CUSCO AL INFINITO
Estabas
 hecho hermano Hugo de la furia justiciera del indomable Puma, pero en 
la médula de tus huesos anidaba el canto de la dulce calandria. El Tayta
 Arguedas lo supo, por eso te abrió su corazón cuando buscaba aliento 
para su viaje al infinito. Estando preso, tú Hugo aliviaste sus 
tormentos con palabras de paloma que salían de tu pecho. En estos 
tiempos duros, también nos consolamos Hugo, con las palabras que ustedes
 se regalaron uno al otro, tu preso y el Tayta en despedida.
Las
 aprendiste Hugo, no tanto en las ideas que recogiste en la Argentina 
sino en el grito justiciero de los arrendires de La Convención, a donde 
esas ideas te llevaron. Ellos te acogieron en el Antisuyo indomable, 
allí donde nace la selva cuzqueña. Y con ellos aprendiste a convertir al
 dolor de la humillante explotación en Amor Mundo que todo lo puede, o 
sea, en dulce canto de calandria. Entropado con ellos, no les impusiste 
doctrina ni esquema alguno, ni los obligaste a empuñar alguna forma de 
lucha. Lo que hiciste fue poner manos, imaginación y corazón para 
fortalecer su voluntad. Para convertir en realidad lo que querían, 
expulsar gamonales abusivos. 
Por
 eso los campesinos arrendires con tu presencia animadora hicieron la 
primera reforma agraria comunera, campesina, desde abajo. Reforma 
agraria que en remplazo del capitalismo gamonal reinstaló la milenaria 
sabiduría del ayni, la cooperación capaz de transformar todo. Esto lo 
entendieron no solo los comuneros y pueblos de la región sino del mundo.
 Las juventudes europeas de esos tiempos revolucionaron la imaginación 
de los pueblos incendiando el cielo de Paris en mayo del año 1968. Esas 
juventudes Hugo, lo sabes, bebieron de la hazaña cusqueña. Por eso, 
desde el año previo y cuando te juzgaba un tribunal policial en Tacna 
que te sentenció a muerte se volcaron a calles y plazas, para cerrar ese
 capítulo del más puro internacionalismo proletario. abarrotando el gran
 anfiteatro popular parisino La Mutualité, encabezadas por lo mejor de 
la Francia libertaria y rebelde, con Jean Paul Sartre a la cabeza. 
Porque el reclamo de salvar tu vida y ganar tu libertad era bandera que 
flameaba en plazas y calles de todo el orbe. 
Y
 lo entendieron hasta jefes militares peruanos. No deshicieron la 
reforma agraria de La Convención, sino que ya bajo el mando de Velasco 
Alvarado te amnistiaron de la sentencia a muerte que te habían impuesto.
 El reconocimiento a la justicia que surgió en el ombligo del mundo, 
llevó al Tayta Arguedas a beber de tu vena revolucionaria. Juntos se 
instalaron en el hondo corazón de los pueblos continuadores de la Gran 
Civilización Andina Amazónica. 
Y
 sin faltar un día a tu militancia revolucionaria estuviste en el justo,
 aunque apurado empeño de unir a las organizaciones políticas de 
izquierda en el ARI, Alianza Revolucionaria de Izquierda. Y a pesar de 
que ese proyecto fracasó por el sectario consejo que te alcanzó gente 
que no ha superado el colonialismo, tú no debilitaste ni un solo día tu 
confianza en la conversión de los comuneros siervos en productores 
libres. Muy lejos de los sectarios consejos que impidieron entonces que 
la energía y fuerza que encabezabas lleguen a plasmar la más amplia 
unidad de etnias y clases renovadoras y democráticas. Tu confianza en ea
 tarea nunca fallaste hermano. Por eso ahora, millones de productores 
libres en las regiones y en la misma Lima enarbolan tu figura y tus 
banderas. 
Por eso, 
Hugo, el dolor de tu partida lo convertimos en estandarte para celebrar 
en alegre fraternidad el haberte tenido en el seno de los pueblos. Por 
eso los pueblos, sus juventudes y la gran oleada de mujeres te cantan 
himnos de fuego y de ternura. Gracias por quedarte para siempre con 
nosotros, los runas de los Andes Amazónicos y del Mundo.
8 de Julio del año 2023 
Edmundo Murrugarra
Publicado en el blog Tacnacomunitaria del 08/07/2023
 
 
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