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PANDEMIA Y LUCHA DE CLASES
La crisis actual en los pueblos del mundo
y en particular, en el Perú, se ofrece como un buen maestro de valiosas
enseñanzas de preparación para la lucha organizada, consciente y
disciplinada para los de abajo, el pueblo trabajador
peruano.
Esta pandemia, al margen de lo letal o no
letal que pueda ser para la salud, ha hecho que el espíritu
reaccionario del capitalismo en crisis terminal, aflore hacia afuera al
cien por ciento a ese espíritu retroactivo, que quiere
sostenerse hasta con la uñas, recurriendo hasta los más oscuros
cantones del nuevo misticismo de chamanes tecnológicos en procura de
nuevo clientilaje para salvarse, que no es lo mismo que recuperarse en
materia económica, político social, frente a una nueva
realidad, a donde ha ingresado el desarrollo de las nuevas fuerzas
productivas, que han dejado de corresponder a las viejas relaciones de
producción capitalistas.
El sino entre el Capital y el Trabajo ha
llegado, creo, a su máxima expresión. El primero, a su decadencia
absoluta; el segundo, a su continuidad enérgica y sin blandura, ya
conquistado en un gran sector de la población productiva
en el mundo.
Los cuidados intensivos a donde ha
ingresado la crisis terminal del capitalismo, lo vemos ahora en la
aplicación del ventilador artificial de dejar sin trabajo a millones de
trabajadores en el mundo. El Perú está comprendido en
esa hoja de ruta.
Los trabajadores peruanos, en su gran mayoría de servicios y sector agricultura, suman por miles.
El Estado que piensa con la cabeza de ese
10% de clase dominante, viene fusilando al 90 % de la población de
trabajadores, con decretos tras decretos, privándoles de los medios de
vida esenciales y próximos a generar enfrentamientos
de pueblo contra pueblo, y hasta de confrontaciones generacionales con
el cuento de “bajo riego”, y son los jóvenes; y los de “alto riesgo”, y
son los veteranos; es decir: jóvenes a la obra y los viejos a la tumba,
que si desean trabajar hoy, lo hagan bajo
declaración jurada que exima a su empleador de toda responsabilidad si
le pasa algo durante el trabajo. Así se ponen los arreglos.
Si la Constitución es un contrato
contractual, legal, entre ese 10% de clase dominante y el 90% de los
trabajadores, el pueblo en general, hoy, ese mismo contrato
constitucional está roto por parte de esa clase dominante al abolir
en los hechos a aquellos sus principios constitucionales de libertad,
igualdad, justicia, democracia etc.; es decir, ha salido de su legalidad
para entrar dentro de la ilegalidad, que ironía, pero cierto; los
hechos no mienten. Y si esto es así, las masas
trabajadoras del pueblo son libres en hacer valer su derecho legítimo
de organizarse y hacer valer su organización frente a una clase
dominante caduca y corrupta, ajena y completamente extraña a sus
intereses de masas trabajadoras, productoras. Así se pone
de pie. De rodillas, lo único que gana es la guillotina. La historia lo
demuestra.
Si las clases dominantes planifican y
ejecutan sus planes a través del Estado en procura de volverse más
ricos, a costa de volver más pobre y mandar a la muerte y a la miseria a
miles de trabajadores de destino incierto o de resignación
en espera de rodillas su final, bien puede despejar a aquel ambiente
toxico de resignación, las palabras del Amauta José Carlos Mariátegui,
quien nos enseña: “Un pueblo de cuatro millones de hombres,
consciente de su número, no desespera nunca de su porvenir.
Los mismos cuatro millones, mientras no son sino una masa inorgánica,
una muchedumbre dispersa, son incapaces de decidir su rumbo histórico”.17.12.26 (réplica del libro
Socialismo Peruano Hoy, pág. 9, de Ramón García R.)
Somos ahora 33 millones de peruanos, pero
¿no somos aún una masa inorgánica? ¿No somos aún una muchedumbre
dispersa? ¿No depende acaso de esta cruda realidad, su incapacidad de
decidir su rumbo histórico?
Entenderemos ahora el porqué de la tarea perentoria de hoy :
LA PREPARACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN PARA EL CAMBIO SOCIAL.
Héctor Félix D.
15.05.2020
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
15 de mayo del 2020
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