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Mitos, Leyendas y Tradiciones de Canta y Huaral
DIABLO MATEO
Tradición de la Comunidad de SUMBILCA
La Comunidad de Sumbilca (el que mira al mar) está asentada en ambos lados de unas suaves lomas en la que remata un contrafuerte de la cordillera de los andes. La formación de esta Comunidad ha sido harta azarosa hasta convertirse, hoy en día, en una de las más importantes y densamente pobladas en la provincia de Huaral.
En la época colonial, los españoles tuvieron el buen cuidado al repartir las tierras comunales para que no faltase a ninguna. Se entregó parcelas para el cultivo de las papas y en las zonas bajas para el sembrío del maíz, ambos productos base y sustento de la alimentación indígena. Por eso, a veces el maizal de un pueblo estaba enclavado en la jurisdicción de otra Comunidad, porque sólo así podían dotarle de tierras aptas para el cultivo de este cereal. Esto es lo que sucedía con la comunidad de Pampas que tenía su maizal de COULLAO asentada dentro de la jurisdicción de Sumbilca. Desde luego los sumbilcanos no miraban con buenos ojos esta vecindad y vanamente habian tratado de expulsar a los pampasinos, hasta que apareció el DIABLO MATEO.
Llamaban el Diablo Mateo al hijo de una sumbilcana que vivía en el paraje de CORAC - CALLE, lugar vecino al maizal de Coullao y que la conseja popular daba como hijo del ayuntamiento de la sumbilcana con el diablo. Pues el niño de cuerpo deformado, manos toscas, pies desmesurados, tenía además actitudes raras y fuera de lo natural. Así aprendió a leer sin tener escuela, sacaba árboles de un solo tirón, desgajaba pedrones que otros no podían ni moverlos, levantaba un saco de papas con una sola mano, podía escribir y firmar con los pies. Cuando Mateo creció y llegó a la plenitud de sus fuerzas, convocó a los sumbilcanos para apoderarse de COULLAO y marchando a la cabeza de ellos bajaron al maizal donde estaban precisamente en pleno sembrío del maíz los pampasinos. Mateo desafiante, ordenó parar las yuntas que trabajaban y a los pampasinos retirarse inmediatamente. Como éstos no le hicieron caso, entró a la chacra y con una mano aventó a la yunta a un lado y con la otra mano al gañan, lejos al otro lado. Cuando los pampasinos le atacaron en carga montón, bastó que Mateo los tocara para dejarlos privados en el suelo. Los demás huyeron para no volver más.
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