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DOS OPOSICIONES DIFERENTES AL CAPITALISMO
(18 de julio de 2019) (*)
Por Miguel Aragón
Desde que surgió el moderno modo de producción capitalista, en las mismas entrañas de la vieja sociedad feudalista, el nuevo modo de producción dirigido por la naciente burguesía tuvo que afrontar una doble oposición, una lucha contra el pasado, y otra lucha contra el futuro.
Por un lado, la burguesía tuvo que resistir la oposición de las fuerzas retrógradas que se oponían a toda costa al desarrollo de las nuevas fuerzas productivas promovidas por el capitalismo (revisar la primera parte del primer capítulo del Manifiesto Comunista).
Y por otro lado, la burguesía tuvo que luchar contra el naciente proletariado, clase social que inicialmente luchaba "por mejores condiciones de trabajo y de vida" dentro del capitalismo ya formado. Y que a medida que iba adquiriendo conciencia de clase y organización, el proletariado comenzó a plantearse la necesidad de luchar "por superar el capitalismo", de luchar por pasar del ahora viejo modo de producción capitalista al nuevo modo de producción socialista, que ya se estaba incubando en el seno de la sociedad capitalista (revisar la segunda parte del primer capítulo del Manifiesto Comunista).
Si revisamos la historia, nuestra conocida y siempre confiable gran maestra y consejera, podremos comprobar que el proletariado con conciencia de clase nunca luchó “por oponerse al crecimiento y desarrollo del capitalismo” (salvo en los inicios del capitalismo industrial, cuando los primeros obreros, todavía sin experiencia y sin conciencia de clase, lucharon desesperadamente por destruir las máquinas para ilusoriamente así oponerse al crecimiento del capitalismo), sino que, el proletariado siempre luchó por construir el socialismo, precisamente sobre la base del desarrollo material legado por el “odiado” capitalismo.
El modo de producción capitalista ha sido y es una economía mundial. Primero superó los límites impuestos por la división feudal para lo cual utilizó la bandera de la “unidad nacional” (expresión política de la necesidad material del mercado interno para la realización de sus mercancías), y después de conquistado el mercado nacional, la burguesía utilizó la bandera de la “libertad de comercio” para superar los límites del propio mercado nacional e imponer así el mercado único mundial, que está vigente hasta el presente.
No obstante ese carácter único e integrador del moderno modo de producción capitalista, característica que los obsoletos nacionalistas no logran entender ni aceptar, el capitalismo se ha desarrollado asumiendo diversas modalidades en los diferentes países del mundo. Sin embargo, dentro de esa amplia diversidad, podemos señalar tres modalidades principales de desarrollo del capitalismo.
La primera modalidad de desarrollo del capitalismo realmente existente, ha sido la que podríamos llamar capitalismo clásico, analizado y descrito por Marx en El Capital, el cual se desarrolló en Inglaterra y otros países de la parte occidental de Europa. En el Prólogo de El Capital, Marx escribió “Lo que me propongo investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y las relaciones de producción y de cambio que le corresponde. El país clásico para ello es hasta ahora Inglaterra. De aquí el que haya tomado de él los principales hechos que sirve de ilustración a mis conclusiones teóricas” (C. Marx, Prólogo a la primera edición alemana del primer tomo de El Capital, julio de 1867, en Obras Escogidas de Marx y Engels, pag.233, Editorial Progreso, Moscú)
La segunda modalidad de desarrollo del capitalismo realmente existente, ha sido la que podríamos llamar capitalismo semifeudal, analizado y descrito por Lenin en El Desarrollo del Capitalismo en Rusia, modalidad que se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XIX en Rusia y en la mayor parte de los países de la parte oriental de Europa.
La tercera modalidad de desarrollo del capitalismo realmente existente, ha sido la que podríamos llamar capitalismo semifeudal y semicolonial, analizado y descrito por Mariátegui en 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, modalidad que se desarrolló desde mediados del siglo XIX en Perú, en la mayoría de países de Nuestra América, y también en los países de Asia.
Supongo que entre nosotros, nadie puede poner en duda la condición de “socialistas convictos y confesos”, de los autores de los tres libros mencionados (El Capital de Marx, El Desarrollo del Capitalismo en Rusia de Lenin, y 7 Ensayos…de Mariátegui). Si revisamos las tres obras, podremos observar que sus tres autores, en su labor de denuncia y lucha contra el capitalismo, en ninguna parte de los tres libros “se opusieron al crecimiento y desarrollo del capitalismo” en general, ni tampoco “se opusieron al crecimiento y desarrollo de la producción minera” en particular.
Los tres autores, Marx, Lenin y Mariátegui, aceptaron el capitalismo como una necesidad histórica, y lo que se plantearon seriamente, no fue “luchar por oponerse a la producción minera” (como reclaman los anti mineros a ultranza), ni por “oponerse al crecimiento del capitalismo” (como reclama la tendencia de socialismo feudal), sino que su objetivo siempre fue luchar por construir la nueva sociedad colectivista, sobre las bases materiales legadas por el capitalismo(incluida la producción minera).
Muy diferente fue la posición de algunas tendencias del socialismo pre-marxista que consideraban posible construir el socialismo “sin la necesidad de pasar por la fase de desarrollo capitalista”, tendencia utópica que al comienzo fue un síntoma comprensible y propio del atraso del movimiento obrero de esos tiempos. Pero que, después, al ser agitada en oposición al socialismo científico, por los seguidores de Proudhon en la parte occidental de Europa (revisar el libro de Marx La Miseria de la Filosofía), y luego por los populistas en Rusia (revisar la larga lucha de Lenin contra los populistas), esa tendencia utópica de “oposición al desarrollo del capitalismo” (incluida la oposición a la producción minera y a la producción industrial), con el tiempo se transformó en una tendencia irracional y reaccionaria.
Y algo similar, pero con sus propias particularidades tropicales, ocurrió luego en nuestra América cobriza. En la década de 1920, el sector reaccionario de la pequeña burguesía urbana agitó la bandera delantiimperialismo para “oponerse al desarrollo del capitalismo” en nuestros países. Paralelamente, el sector reaccionario de la pequeña burguesía rural agitó la bandera de la restauración del indigenismo, para también “oponerse al desarrollo del capitalismo”, incluida la oposición a la producción minera. Pero estas dos tendencias chillonas de “oposición al desarrollo del capitalismo”, lo que realmente ocultaban, era su oposición real al socialismo, socialismo que precisamente se estaba incubando en el seno del naciente capitalismo en nuestros países.
En síntesis, por un lado una oposición al capitalismo, la oposición pequeña burguesa, pretende luchar desde “fuera” del capitalismo, jalando la historia “hacia atrás”, por eso yo la califico de tendencia irracional y reaccionaria.
Mientras que, por otro lado, la otra tendencia de oposición al capitalismo, la oposición socialista, lucha desde “dentro” del capitalismo (reconociendo su necesidad) y jalando la historia “hacia adelante”, hacia la superación del capitalismo, es decir hacia el socialismo.
Me parece que las posiciones de Marx, de Lenin y de Mariátegui, frente al capitalismo, expresadas en los tres libros mencionados más arriba, están resumidas muy acertadamente por Mariátegui en su artículo El sentido heroico y creador de socialismo (revisar libroDefensa del Marxismo).
Mariátegui constató lo siguiente: “Marx descubrió y enseño que había que empezar por comprender la fatalidad de la etapa capitalista y, sobre todo, su valor. El socialismo, a partir de Marx, aparecía como la concepción de una nueva clase, como una doctrina y un movimiento que no tenían nada de común con el romanticismo de quienes repudiaban, cual una abominación, la obra capitalista. El proletariado sucedía a la burguesía en la empresa civilizadora. Y asumía esta misión, consciente de su responsabilidad y capacidad –adquiridas en la acción revolucionaria y en la usina capitalista—cuando la burguesía, cumplido su destino, cesaba de ser una fuerza de progreso y cultura”.
Además, Mariátegui agregó: “Por esto, la obra de Marx, tiene cierto sentido de admiración por la obra capitalista, y El Capital, al par que da las bases de una ciencia socialista, es la mejor versión de la epopeya del capitalismo”. Lo mismo podríamos afirmar del libro de Lenin, y del libro del propio Mariátegui.
En 1917 se dio inicio a la construcción del socialismo, próximamente, el año 2017, vamos a conmemorar el primer centenario del inicio de la nueva época histórica [este texto fue escrito el año 2014], y lo cierto es que, en los países en los cuales se ha comenzado a desarrollar el socialismo realmente existente (el único que en verdad merece ser tomado en cuenta en un análisis y debate serio), dirigentes de la talla de Lenin y Stalin, Mao Zedong y Chou En Lai, Ernesto Guevara y Fidel Castro, o Ho Chimin y Nguyen Giap, entre otros, estando en el poder, en ningún momento se plantearon como tarea “la oposición a la producción minera” (incluida la producción del oro), ni la oposición a la producción industrial.
Una posición muy diferente es la asumida por quienes ahora pretenden hacer suya, y reivindicar para “su propio socialismo agrarista”, la posición reaccionaria de Pol Pot, ensayada brevemente en Kampuchea entre 1975 y 1979, o la posición reaccionaria de Abimael Guzmán en nuestro país, quienes vanamente pretendieron instaurar un supuesto “socialismo rural y agrario”, sin industrias, sin minas, sin comercio, y por eso mismo, sin proletariado.
(*) Segunda parte, de un texto más extenso (11 páginas) escrito y divulgado originalmente el 10 de diciembre de 2014 (revisar archivo del Blog Foro Centenario).
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