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La Onda Fría que se Viene
Por: Pedro Francke
Nuevas cifras ratifican que a la
economía peruana no le está yendo bien. El crecimiento económico no llegó ni a
2 por ciento a junio y se perdieron 18 mil puestos de trabajo. La
responsabilidad principal de este resultado recae en una política económica que
ha mantenido aguantada la inversión pública y el crédito. Pero los defensores
del modelo económico, que desde el 2016 venían insistiendo en que todo iba bien
e inventaron nuevas cifras de empleo para sustentar ese cuento, ahora quieren
echarle la culpa al enfrentamiento de Vizcarra contra el congreso corrupto e
insisten en que debió haber impuesto Tía María a sangre y fuego. Por su parte,
el ministro de finanzas Carlos Oliva mantiene el insostenible rollo de que la economía peruana le va muy bien.
No vengan con vainas. Desde estas
páginas hemos insistido por meses que la economía no va bien y mostrado las
cifras reales del INEI sobre el empleo para demostrarlo. Pero eso viene de
antes y no es, como dice la derecha bruta y achorada, porque la minería
contaminadora no tiene una policía que le abra paso a balazos. Tampoco puede
negarse la verdad del estancamiento económico y del empleo por defender al
gobierno frente a la mayoría congresal fujicorrupta.
LA ONDA FRÍA QUE SE VIENE
Ahora bien, lamento ser portador
de malas noticias, pero la economía internacional se va para abajo y la
política del MEF y el BCR no ayuda para nada ante esta situación. En efecto, en
las dos semanas pasadas la economía internacional se ha enfriado sustancialmente,
emulando lo que pasa con la temperatura en nuestro país. Las bolsas
internacionales han caído fuerte; entre el 30 de julio y el 6 de agosto el
índice Standard & Poor’s (S&P500) de la bolsa de Nueva York cayó 6 por
ciento y no se ha recuperado, y a otras bolsas les ha ido incluso peor. El
detonante ha sido la guerra comercial de Trump contra China, pero hay otros
síntoma indicadores, como la caída de la inversión en EEUU, el menor
crecimiento de China y el retroceso de la industria alemana, que señalan que el
problema es profundo. Todos los análisis internacionales han reducido sus
proyecciones de crecimiento mundial. En consecuencia, el precio de cobre ha
sufrido otra caída hasta llegar a 2,60 dólares la libra.
Dicen que cuando las economías
avanzadas tienen gripe a las latinoamericanas les da pulmonía, por nuestra alta
dependencia de la exportación de recursos naturales sin procesar. Ahora que el
invierno ha llegado, estos cambios internacionales nos golpean fuerte. Con el
agravante que, aun cuando desde hace varios meses la situación internacional se
viene agravando, la política económica nacional no ha hecha nada para reactivar
el mercado interno. Debiera hacerlo; es una recomendación estándar de política
macroeconómica que cuando una economía sufre un shock externo recesivo hay que
reaccionar apretando el acelerador de la demanda interna, igual que si uno de
los motores de un avión se detiene hay que ponerle más combustibles a los otros
motores. Pero acá se ha hecho lo contrario; la inversión pública ha retrocedido
en términos reales en 450 millones de soles a pesar de la enorme necesidad de
recuperar pistas y caminos deteriorados. Como consecuencia hay menos
construcción, un mercado reducido para la industria de materiales, mayor escasez
de puestos de trabajo y billeteras populares vacías e incapaces de sustentar la
demanda. Por otro lado, el Banco Central de Reserva se pasó toda la primera
mitad del año sin reducir la tasa de interés ni facilitar el crédito, lo que
era necesario para reducir los costos financieros y promover la inversión y el
consumo. El BCR recién ha aplicado una tímida rebaja de 0,25% (un cuarto de uno
por ciento) tras la caída de las bolsas internacionales, en una reacción tardía
y diminuta. Mientras tanto, la política industrial y de diversificación
productiva brilla por su ausencia, a pesar de la urgencia de promover nuevos
sectores económicos.
En todo el mundo, los gobiernos
reaccionan ante los peligros de una recesión y buscan sostener un crecimiento
generador de empleos. En Estados Unidos, aún con un desempleo de apenas 3 por
ciento la reserva norteamericana (el FED) redujo sus tasas de interés para
mantener el crecimiento. Lo mismo ha hecho el gobierno chino. Pero a nuestras
autoridades económicas parece que la falta de empleo les importa un pepino, a
pesar de la enorme presión que 850 mil venezolanos generan sobre el mercado de
trabajo. Incluso ahora que ha venido este severo enfriamiento de la economía
mundial, ni el MEF ni el BCR se mueven como para calentar un poco la demanda
interna, la construcción y la industria.
LA DERECHA Y LA MINERIA
Por el contrario, en la política
económica y en los medios empresariales prevalece la ideología vinculada a los
intereses inmediatos de las grandes corporaciones. En vez de promover la
inversión pública y la demanda interna, la derecha y la Confiep insisten en que
lo sustancial es dar más facilidades a la minería y el petróleo aunque contaminen
y dejen pocos impuestos e imponer explotaciones que la población rechaza. En
este esquema Tía María era para los conglomerados extractivistas la “prueba de
fuego” de Vizcarra.
Apenas se concedió la licencia de
construcción a Tía María cediendo a ese chantaje, escribimos en estas páginas que
Vizcarra cometía un error histórico. Parece ser que Vizcarra le creyó a la
encuesta que Southern mandó hacer a Ipsos y que decía que la mayoría de la
población de Islay apoyaba el proyecto Tía María. Hoy sabemos que esa era una
gran mentira, habiendo incluso una encuesta aplicada por universidades privadas
de Arequipa vinculadas a la iglesia conservadora que dice exactamente lo contrario.
El rechazo a Southern y Tía María es tan grande que Alfredo Torres (gerente de
Ipsos) anda haciendo malabares para tapar su escandalosa manipulación.
Con la suspensión de la licencia
a Southern, Vizcarra ha buscado enmendar su error. Como dice Steven Levitsky, “parece
razonable suspender un proyecto que causa un alto nivel de conflictividad
social. En el contexto de una democracia con altísima desigualdad y un Estado
débil que no funciona bien y genera desconfianza, algunos proyectos caen en
crisis. El que no acepta eso, el que argumenta que todos los proyectos mineros
deben avanzar bajo cualquier circunstancia, tendría que buscar a su Pinochet”. Esa
última opción es la que varios empresarios mineros vienen buscando hace tiempo,
primero con Keiko (para cuya campaña aportaron una bolsa de dos millones de
dólares) y ahora intentan lograrlo con Pedro Olaechea y Meche Araoz, la
conocida “Miss Baguazo”.
Ahora nos quieren decir que la
suspensión de Tía María va a paralizar la economía. Lo mismo nos dijo Meche
Araoz el 2009 con los “decretos del perro del hortelano” de Alan García y el
TLC. Como en aquella vez, cifras exageradas sin sustento circulan con facilidad,
como cuando “El Comercio” dice que ahora que Tía María no va otros mil millones
de dólares de inversión minera se van a detener, sin que haya base alguna para
tal afirmación. Lo que afecta a nivel generalizado las inversiones mineras es
la caída del precio internacional del cobre, que hace a todas ellas menos rentables, aunque eso no
quiere decir que se va a paralizar la inversión minera sino sólo que bajará un
poco su velocidad. Hay que recordar que en la mina Quellaveco ya se invirtió 2
mil millones de dólares y siguen otros 2 mil millones más los siguientes años,
frente a los 400 millones que muy optimistamente decía Southern que iba a poner
este año en Tía María. En el mundo actual existen, además, la inteligencia
artificial, los servicios globalizados, la economía digital, las energías
renovables, las industrias creativas, el valor añadido del diseño. Pero para la
derecha, salvo Tía María todo es ilusión.
LA POLÍTICA ECONÓMICA PUESTA EN
CUESTIÓN
Hace unas semanas escribí que “La
licencia otorgada a Tía María, más allá del caso puntal, nos indica que la
política económica seguirá siendo la de favorecer que las trasnacionales
extraigan más y más materias primas aunque contaminen el ambiente y paguen
pocos impuestos. Esta posición refleja un mal entendimiento de la economía por
parte del presidente Vizcarrra. En especial porque, por omisión, nos dice
también lo que el gobierno no hará: reactivar la inversión pública, rebajar
intereses, facilitar crédito al agro, promover innovación tecnológica y diversificar
la economía, ausencias que aseguran que seguiremos sin mejoras en el empleo y
los ingresos populares. Al priorizar el
apoyo a la trasnacional Southern e insistir en un mal llamado “plan de
competitividad” orientado a reducir aún más los derechos laborales, Vizcarra se une a la Confiep y respalda al
ministro de economía Carlos Oliva a pesar de los múltiples indicadores del
fracaso de su política”.
Ahora que Vizcarra ha cambiado
frente a Tía María, lo razonable sería que el presidente revisara más a fondo
sobre su política económica. Es cuestión de que saque la cuenta del alto costo
político que le ha significado confiar en Southern, la Confiep, Ipsos y su
ministro Oliva.
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