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Pensamiento crítico.
LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS LATINOAMERICANOS
DEL SIGLO XXI.
ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN HISTÓRICA
Franck Gaudichaud, Massimo Modonesi y Jeffery R. Webber
Resumen Latinoamericano / 8 de agosto de 2019
RESUMEN
En el primer quinquenio del 2000 se produjo en América Latina una
oleada de derrotas electorales de los antes “invencibles” partidarios
del neoliberalismo y la correspondiente apertura de uno de los más
grandes procesos de recambio relativo de los grupos
dirigentes que ha visto la historia de la región. Así, en la primera
década del siglo XXI, se contaron tantos gobiernos de tinte progresista
como no se veían desde los años treinta y cuarenta del siglo anterior.
Estos gobiernos lograron instalar cierto grado
de hegemonía que les permitió sostenerse por un ciclo temporal
sorprendentemente largo -que varía entre 10 y casi 20 años de gobierno.
Sin embargo, en los últimos años, por múltiples razones, este proceso
entró en una etapa de agotamiento – el llamado “fin
de ciclo”. Tratando de dar cuenta de forma integral del ascenso,
consolidación y crisis de estas experiencias políticas, en este libro se
pretenden ofrecer claves de lectura para atender los desafíos
analíticos relacionados con dos elementos trascendentes,
que le otorgan un valor que inclusive rebasa la dimensión
latinoamericana: su historicidad y su politicidad.
ÍNDICE
-Presentación
-Capítulo 1.
Conflictos, sangre y esperanzas. Progresismos y movimientos populares
en el torbellino de la lucha de clases latinoamericana Franck Gaudichaud
-Capítulo 2.
Mercado mundial, desarrollo desigual y patrones de acumulación: la
política económica de la izquierda latinoamericana Jeffery Webber
-Capítulo 3. El progresismo latinoamericano: un debate de época Massimo Modonesi
-Conclusiones
PRESENTACIÓN por Massimo Modonesi
En el primer quinquenio del 2000 se produjo en América Latina una
oleada de derrotas electorales de los antes “ invencibles ” partidarios
del neoliberalismo y la correspondiente apertura de uno de los más
grandes procesos de recambio relativo de los
grupos dirigentes que ha visto la historia de la región. Venezuela,
Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador, Nicaragua y El Salvador,
en una breve secuencia que se aceleró entre 2002 y 2006, pasaron a ser
gobernados por partidos y presidentes que se declaraban
antineoliberales. Así, en la primera década del siglo XXI , se contaron
tantos gobiernos de tinte progresista como no se veían desde los años
treinta y cuarenta del siglo anterior. Estos gobiernos lograron instalar
cierto grado de hegemonía que les permitió
sostenerse por un ciclo temporals sorprendentemente largo – que varía
entre 10 y casi 20 años de gobierno- que incluyó tres procesos
constituyentes, varias re-elecciones presidenciales, logrando inclusive
sostener el recambio del titular del ejecutivo al interior
del mismo partido (salvo el de Bolivia y Nicaragua). Sin embargo, en
los últimos años, por múltiples razones que se analizarán en el libro,
este proceso entró en una etapa de agotamiento – el llamado “ fin de
ciclo ”– que se manifestó en la derrota electoral
en Argentina en 2015, el golpe institucional en Brasil 2016, la
negativa plebiscitaria a la re- elección de Evo Morales en Bolivia ese
mismo año, la apretada victoria de Lenin Moreno en 2017 y su casi
inmediato enfrentamiento con Rafael Correa en Ecuador,
y que se presenta en forma explosiva tanto en la crisis venezolana
desde 2014 como en la del “ orteguismo ” en Nicaragua en 2018. Tratando
de dar cuenta de forma integral del ascenso, consolidación y crisis de
estas experiencias políticas, en este libro se
pretenden ofrecer claves de lectura para atender los desafíos
analíticos relacionados con dos elementos trascendentes, que le otorgan
un valor que inclusive rebasa la dimensión latinoamericana: su
historicidad y su politicidad. La historicidad del ciclo progresista
es evidente en el corto plazo ya que constituye un capítulo
significativo de historia del tiempo presente – que podemos llamar
provisionalmente las dos décadas del progresismo latinoamericano – ,
marcado por la línea de tensión
neoliberalismo-antineoliberalismo-posneoli-
beralismo, por la discontinuidad que introdujeron los gobiernos, su
discurso y sus prácticas, respecto del ciclo neoliberal anterior. De
allí que se justifique la expresión de “ csambio de época ” . Al mismo
tiempo, y esto interpela la caracterización de su
politicidad, no es igualmente evidente su alcance en términos de “
hacer época ” , lo cual, como sugería Gramsci, implica marcar un quiebre
profundo y duradero, una diferencia cualitativa que podríamos enmarcar
en la distancia que separa un cambio de una transformación
, que rebasa el nivel estrictamente político para sedimentar a nivel
estructural y cultural. En este sentido, los gobiernos que se
proclamaron posneoliberales e incluso revolucionarios, fueron evaluados
con esta vara tanto desde su derecha como su izquierda
y, en ambos casos, por ir demasiado lejos o por quedarse cortos
respecto de las proclamas y las aspiraciones. La historiografía de las
próximas décadas, sopesando estos fenómenos en un impacto que todavía no
podemos medir plenamente, nos permitirá evaluar
el alcance de estas dos décadas progresistas en el mediano y largo
plazos. Un alcance que podría llegar a compararse, mutatis mutandi , con
el impacto de los gobiernos progresistas latinoamericanos de los años
treinta y cuarenta, los cuales fueron la consecuencia
de otra oleada o ciclo de movilización popular y que operaron como
solución de compromiso, como forma de temperar y desactivar el
conflicto, abriendo una época de revolución pasiva que resultó bastante
exitosa en el corto plazo, pero se agotó inexorablemente
en el mediano plazo.
En esta inflexión hegemónica, apareció otro ciclo de movilización
y de conflicto que inició entre finales de los años cuarenta y mediados
de los años cincuenta y terminó en los años setenta, con la oleada
militarista que arrasó con las diversas expresiones
– nacional-populares y socialistas revolucionarias – de movi- mientos
populares construidos y fortalecidos a lo largo de – por lo menos –
medio siglo de historia. La hipótesis de que existan rasgos similares en
la configuración de estos dos ciclos históricos
merece ser explorada por medio un tratamiento mucho más profundo y
sistemático, pero podemos prever que será parte de un ejercicio
comparativo y de un análisis de los ciclos políticos de mediana duración
en América Latina. Más allá de su alcance histórico,
respecto de su politicidad, es decir su composición política, la
experiencia latinoamericana planteó su propia contribución al
debate-proceso de renovación/reconfiguración de las izquierdas a nivel
mundial, a casi 30 años de la caída del muro de Berlín. Salvadas
las diferencias y las especificidades que aparecerán a lo largo del
libro, podemos sostener que la América Latina de inicio del siglo XXI
fue caracterizada por la irrupción un antineoliberalismo desde abajo que
derivó en proyecto progresista implementado desde
arriba, que se proclamó posneoliberal, fue cuestionado por sus rasgos
populistas y terminó siendo acorralado por una combinación de protestas
surgidas a su izquierda y por la reacción restauradora de las derechas
neoliberales de matriz oligárquica. La noción
de progresismo es conceptualmente vasta y ambigua como lo es el campo
real de las expresiones y configuraciones de izquierda, centro-
izquierda y nacional-populares que conquistaron el poder estatal. Así lo
entendieron los mismos gobernantes al buscar un mínimo
común denominador, de la misma manera que los críticos, los opositores y
los analistas intentando evidenciar un modelo o un formato transversal.
Por ello, convirtiéndose en una palabra escurridiza pero omnipresente,
la de “ progresista ” se asentó como el
adjetivo calificativo con el cual convencionalmente se han
caracterizado a los gobiernos y se ha vuelto, por lo tanto, una palabra
clave en el léxico de los debates en curso, tanto en el terreno político
como en el académico. Por otra parte, en relación con
los contenidos que pretende designar, la noción de progresismo tiene la
virtud de apuntar a aspectos constitutivos de los proyectos y las
prácticas de estos gobiernos. En efecto, esta noción pertenece al
lenguaje por medio del cual se designó, históricamente,
desde la izquierda marxista, a los programas y las fuerzas sociales y
políticas socialdemócratas, populistas o nacional-populares que buscaban
transformar y reformar al capitalismo introduciendo dosis de
intervención y regulación estatal y de redistribución
de la riqueza: en el caso latinoamericano, con un nítido acento
antiimperialista y desarrollista. Este último aspecto, ahora presentado
como neo-desarrollismo, se conecta con la noción de progreso y
contribuye a definir el horizonte y el carácter del proyecto,
así como de las críticas que, desde perspectivas ambientalistas,
ecosocialistas o poscoloniales, cuestionan frontalmente la idea de
progreso y la de desarrollo tanto en sus expresiones de los siglos
pasados como en su prolongación en el siglo XXI . Hay que
señalar que, de la mano del progresismo, otro concepto polémico – sobre
el cual no vamos a detenernos por la complejidad que implica – rondó el
debate latinoamericano: el de populismo. Valga sólo un comentario sobre
la ambivalencia de una noción que sirvió
a las derechas para cuestionar, desde posturas conservadoras o
reaccionarias, el estatalismo, el asistencialismo- clientelismo y el
autoritarismo, puntos críticos a los cuales las izquierdas opositoras
agregaban la falta de consistencia antineoliberal y anticapitalista,
un interclasismo forzado que en realidad cobijaba la continuidad
substancial de las división entre clases y, en su seno, la emergencia de
determinados grupos, fracciones o burocracias que ocupaban lugares
cruciales en las relaciones de dominación.
El cerco hacia la hipótesis y las prácticas progresistas,
cuestionadas bajo el rótulo de populistas, se intensificó a parstir de
que, a partir de 2013, se sintieran los efectos de la crisis económica
mundial de 2008 y, por lo tanto, los gobiernos ya
no dispusieran de los recursos para garantizar tanto la acumulación
como la redistribución de la riqueza. Desde abajo y a la izquierda del
progresismo, a veces desgajándose de los perímetros de las alianzas y
coaliciones de gobiernos, otras desde una independencia
nunca abandonada, brotaron diversas experiencias de luchas,
movilizaciones y protestas que, sin lograr articular una alternativa de
izquierda consistente y manteniéndose dispersas o esporádicas, mostraron
grietas y rupturas en el flanco izquierdo de la hegemonía
progresista. Sin embargo, en el contexto de una crisis que se hacía
orgánica, fueron las derechas latinoamericanas, como lo señalamos al
principio, las que aprovecharon la coyuntura para recuperar la
iniciativa política que habían perdido a mediados de los
años 2000. Una recuperación relativa que está mostrando muy rápidamente
su límite, no sólo porque no ha logrado extenderse y generalizarse y
porque, tanto en Brasil como en Argentina, el proyecto restaurador de
las élites neoliberales y de las viejas oligarquías
se presentó de forma brutal, sin tapujos ni veleidades de construcción
de consenso, mostrando la rapacidad y el cinismo en el ejercicio de
gobierno, así como la ineficacia de las fórmulas económicas. En el
escenario actual, abierto a múltiples desenlaces,
hay que reconocer que el progresismo, a pesar de su indiscutible crisis
y de sus evidentes miserias, no ha muerto ni terminado en el basurero
de la historia sino que continua siendo una opción que se coloca como
alternativa a la derechización en el terreno
de la disputa del poder estatal, mientras que las izquierdas sociales o
anticapitalistas, los movimientos y las organizaciones en lucha se
mantienen en el respetable e imprescindible pero acotado terreno de la
resistencia, con dificultad para constituirse
como polos de acumulación y de expansión de fuerzas. Por ello, a pesar
de sus derrotas, su crisis y el avanzar inexorable del fin del ciclo
histórico y político, en el cual se manifestaba cierta hegemonía
progresista, desde varios lugares se sigue insistiendo
en esta fósrmula, en un nuevo progresismo que no reniega sino
simplemente enmienda los límites o los errores del viejo /1
Los tres capítulos que componen esta obra pretenden ofrecer un
panorama ágil, crítico y, al mismo tiempo, preciso de este proceso. Cada
uno de ellos aborda una dimensión fundamental que incluye la
perspectiva histórica y apunta a caracterizar la politicidad
de este proceso transcendental para América Latina. En el primer
capítulo, proponemos una periodización de las complejas relaciones entre
luchas de clase, progresismos, izquierdas y movimientos populares de
los años noventa a nuestros días. Allí, se insiste,
en primera instancia, en la emergencia plebeya, en los movimientos y
las resistencias que han fisurado la hegemonía neoliberal y el Consenso
de Washington. Se muestra posteriormente el ascenso de los gobiernos
progresistas, de centro-izquierda o nacional populares
y antiimperialistas a partir de 1998-1999 con la elección Hugo Chávez.
La segunda mitad de los años 2000 aparecen entonces como una “ edad ” de
institucionalización-burocratización de los progresismos, de la
experiencia bolivariana y de una redistribución
parcial de los ingresos de las exportaciones en el cuadro de diversas
formas de capitalismo de Estado. Por último, insistimos en el reflujo
político, las derivas autoritarias, la formación de nuevas castas en el
poder, las tensiones con los movimientos populares
y el regreso de las derechas a partir de 2013. Un periodo “ en tensión ”
, también caracterizado por nuevas dinámicas de lucha y acciones
colectivas, viniendo tanto de los sectores conservadores de la sociedad
como de movimientos sociales antagonistas y emancipadores.
En el segundo capítulo, analizamos la política económica de la
izquierda latinoamericana, vinculando los ritmos de la acumulación
capitalista y la cri sis en la región, con la dinámica internacional del
mercado mundial y los caprichos geopolíticos del imperialismo
estadounidense y chino en el siglo XXI . En el capítulo se estudia el
ascenso, la consolidación y, finalmente, la crisis del neoliberalismo en
América Latina durante los años ochenta y noventa, el auge de las
materias primas y el fortalecimiento electoral
de la izquierda entre 2003 y 2011, y las repercusiones económicas y
políticas de la última crisis mundial capitalismo – la Gran Recesión de
2008 – que comenzó a afectar América Latina seriamente en 2012. En el
capítulo se explica la relación dialéctica entre
las temporalidades políticas y económicas de América Latina en las
últimas décadas, enfatizando rupturas y continuidades en la política
económica de la región durante las diferentes fases de los gobiernos
progresistas. En el tercer capítulo, analizamos el
debate que, sobre este pasaje histórico, en particular sobre el
parteaguas del asentamiento de los gobiernos progresistas, se entabló en
la intelectualidad latinoamericana de izquierda. Ordenamos las
coordenadas generales del debate y se reseñan los principales
argumentos de las distintas posturas nacional-populares, populistas,
anticapitalistas, autonomistas-libertarias, ecologistas y
poscolonialistas. En el trasfondo, señalamos una tensión
teórico-política, en los antípodas del debate, entre una tendencia
hegemonista
y otra autonomista, entre la defensa de la iniciativa desde arriba,
desde el Estado, a partir de alianzas interclasistas y por medio de
reformas limitadas y dosificadas y la crítica de esta opción a partir de
la defensa de la iniciativa desde abajo y la necesidad
de un radicalismo antisistémico. Por último, se incluyen conclusiones
que buscan ordenar y resumir las principales ideas del libro y de abrir
una ventana hacia el futuro. Esperamos que la lectura estimule el
análisis y el balance crítico de las experiencias
políticas que trastocaron el orden neoliberal en América Latina y
significaron un parteaguas histórico, cuyas consecuencias estamos
viviendo y sobre la cuales tenemos que reflexionar en clave estratégica
si queremos anticipar y co-construir futuros deseables
y emancipadores para Nuestra América.
Junio de 2018.
1/
Véase, por ejemplo, Aloizio Mercadante y Marcelo Zero (coordinadores),
Gobiernos del
PT: Un legado para el futuro , CLACSO-Fundação Perseu Abramo-Partido
dos Trabalhadores, Buenos Aires-San Pablo, 2018; Fander Falconi, “ ¿Qué
significa ser progresista hoy? ” , Argentina, Nodal.am 28 de marzo de
2018, quien, dicho sea de paso, nunca usa la
palabra “ izquierda ” en su artículo pero coloca como primer punto a la
democracia participativa como base de un republicanismo radical;
Alfredo Serrano Mansilla, “ El nuevo progresismo latinoamericano ”
,México, La
Jornada.com.mx 28 de abril de 2018.
REFERENCIAS
Franck Gaudichaud, Jeffery Webber, Massimo Modonesi, Los
gobiernos progresistas latinoamericanos del siglo XXI. Ensayos de
interpretación histórica, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2019, ISBN:
978-607-30-1770-1.UNAM
Ediciones
Ensayo ahora disponible en línea
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La obra también se encuentra en formato impreso, para adquirirlo escribir a:
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Aquí abajo el resumen y el sumario, seguidos de la introducción a cargo de Massimo Modonesi.
De: Resumenrebel <resumenrebel@gmail.com> a través de
listas.nodo50.org
responder a:
resumen@nodo50.org
para: CARLOS PERGOLA <resumenrebel@gmail.com>
fecha: 8 ago. 2019 22:43
asunto:
[Diariodeurgencia] 09 de AGOSTO de 2019
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23 de agosto de 2019
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