lunes, 3 de enero de 2022

POR QUÉ MORAL DE PRODUCTORES (2-2)

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12.   POR QUÉ MORAL DE PRODUCTORES (2-2)

Suponiendo que el salario mensual equivale a 90 dólares (o unidades monetarias, u.m.), se pue­de partir de un jornal de 3 u.m. para hacer los cálculos generales explicativos. En una jornada de 8 horas el trabajador produce una mercancía (una alfombra, un sillón, un motor eléctrico, etc.) La materia prima utilizada cuesta 20 u.m. La energía consumida y el desgaste de maquinaria cuestan 1 u.m. El salario del trabajador es de 3 u.m. La ga­nancia del propietario equivale a 3 u.m., y el pre­cio de la mercancía terminada es de 27 u.m. Se tiene entonces el cuadro siguiente:

materia prima      energía y     salario     ganancia           precio                                                         maquinaria

    20        +          1          +     3      +       3          =       27


Precio (precio de venta), coste (coste de pro­ducción) y valor (valor de cambio) son tres con­ceptos básicos que están detrás de este cuadro, y que es preciso conocer para su mejor compren­sión. Precio es la expresión en dinero del valor de una mercancía. El precio unas veces sube, otras veces baja, otras veces permanece estable. ¿Por qué? Porque el precio se regula automáticamente por el coste de producción. Coste es el término que expresa en dinero el valor de cambio de una mercancía. Valor es término que expresa la canti­dad de trabajo socialmente necesario invertido en una determinada mercancía. Cuando aumenta la productividad baja el valor. No es lo mismo pro­ducir por unidad que producir en serie. Los Incas

producían sus huaeos por modelado (uno por uno) y por moldeado (en serie) Con el moldeado supe­raron cualquier torno de alfarero, y así sus huacos inundaron el país, tanto que hasta ahora se encuentran por cantidades. Pero ahora con ma­quinaria, técnica y administración obsoletos, el productor peruano y su producción no tienen cómo competir en el mercado. Esto se expresa en la paralización de sus fuerzas productivas, hecho incontestable de que el capitalismo ha dejado de coincidir con el progreso. Para resurgir, ¡hay que cambiar el sistema!

En el sistema capitalista la fuerza de trabajo es una mercancía, como cualquier otra, pero a la vez muy especial. Su precio en nuestro país ya ni sube ni se estabiliza, sino baja inconteniblemente en relación a las otras mercancías. Su costo tam­bién baja inconteniblemente, pues en relación a la "canasta familiar" ahora se reduce a un almuer­zo “inka-francés" (una inka cola y un pan francés) Pero su valor sigue siendo muy especial, como el valor de cualquier otra fuerza de trabajo. ¿En qué consiste este valor especial de la mercancía fuer­za de trabajo?

Las mercancías se venden, unas con otras, por su valor; es decir, por el precio que corresponde a la cantidad de trabajo socialmente necesario in­vertido en ellas. Según esta ley del valor, el cua­dro anterior debería ser:

materia prima         energía y          salario               precio                                       

                               maquinaria

                  20        +          1            +          3          =          24

Si 20 u.m. costó la materia prima, 1 u.m. cos­tó la energía y el desgaste de maquinaria, y 3 u.m. costó el jornal de la fuerza de trabajo, el precio de la nueva mercancía no puede ser mayor de 24 u.m. porque las mercancías se cambian unas con otras de acuerdo a su coste de producción. Un propie­tario especulador puede aprovechar la escasez de una mercancía para elevar arbitrariamente su pre­cio, pero a su vez un propietario desprevenido ten­drá que enfrentar la abundancia de otro producto bajándole el precio. Finalmente en este panorama se regulan los precios automáticamente por la leu del valor, ley que dentro de las oscilaciones de los períodos comerciales nivela necesariamente el pre­cio de una mercancía con su coste de producción.

La ganancia, pues, no sale en absoluto del tra­bajo acumulado sino del trabajo vivo, de la fuerza de trabajo. La fuerza de trabajo, como cualquier otra mercancía, tiene su valor. De acuerdo a la ley del valor, el coste de producción del obrero dueño de la fuerza de trabajo consiste en la suma de me­dios de vida, o su correspondiente precio en dine­ro, necesarios por término medio para que él pue­da trabajar y mantenerse en condiciones de se­guir trabajando, y para sustituirle por un nuevo obrero cuando muera o quede inservible por acci­dente, enfermedad o vejez; es decir, para asegu­rar la reproducción de la clase asalariada en la medida necesaria. Este valor, este coste de produc­ción se expresa en el precio de la fuerza de trabajo, que no es otro que el salario o jornal (3 u.m.)

Pero aparte de este valor, la fuerza de trabajo tiene otro valor, muy especial y exclusivamente propio de la mercancía fuerza de trabajo; tiene la especial virtud de ser una fuerza creadora de va­lor, una fuente de valor, y, si se la sabe emplear, de mayor valor que el que en sí misma encierra. Con el estado actual de la producción, la fuerza huma­na de trabajo no sólo produce en un día más valor del que ella misma encierra y cuesta (su jornal) sino que, con cada nuevo descubrimiento científi­co, con cada nuevo invento técnico crece este re­manente de su producción diaria, reduciéndose por tanto aquella parte de la jornada en que el obrero produce el equivalente de su jornal, y alar­gándose, por otro lado, la parte de la jornada de trabajo en que tiene que regalar su trabajo al ca­pitalista. Este valor especial es el mayor valor, va­lor agregado, plusvalor o plusvalía, que se expre­sa en la ganancia del propietario (3 u.m.)

Si el salario es 3 u.m. y la ganancia es también 3 u.m., esto significa que en media jornada (4 ho­ras) el trabajador ha repuesto el jornal que reci­be, y que en la otra media jornada (4 horas) pro­duce la ganancia del propietario. Si se alarga la jornada, si se intensifica el trabajo, si se eleva la productividad, ya que el jornal se ha pactado de antemano, sólo aumenta libremente la plusvalía. Así, sólo el trabajo asalariado incrementa la ri­queza del propietario'. Pero en la actual situación de bancarrota del país, de parálisis de las fuerzas productivas, la riqueza del propietario se mantie­ne únicamente a costa del empobrecimiento ge­neral del país. Los ricos son cada vez menos, aun­que cada vez más ricos; y los pobres son cada vez más e incluso cada vez más pobres.

Antes, un pobre podía decir refiriéndose a su propio caso: “¡Arre, borrico, quien nació para po­bre no ha ser rico!” Pero de lo que se trata ahora es de la bancarrota de todo un país. Y esto ya no es un problema personal; es un problema de dignidad cívica, de dignidad nacional, de dignidad humana. Ante la necesidad ineludible del cambio social, todo trabajador digno tiene un cuádruple deber: orien­tarse en la situación, partir de la realidad, promo­ver la salida, fortalecer el contingente. Ya no se tra­ta de un problema de interés personal, se trata de un problema de conciencia nacional.

4.                    - Interés y Conciencia

Ante la crisis general y generalizada que azota el país, ¿se debe luchar por la defensa e incre­mento del salario? Por supuesto que sí, pues nin­guna conquista ha sido lograda sin lucha. Pero, en primer lugar, hay que aclarar de cuál salario se trata; y, en segundo lugar, ahora más que nunca es necesario elevar el interés de la lucha por la distribución de lo producido a la conciencia de la lucha por la dirección de la producción.

Antes el obrero trabajaba 12 o más horas. Luchó por establecer “los tres ochos” y así logró la Jornada de 8 Horas (Ocho horas de trabajo, ocho horas de capacitación, ocho horas de des­canso) Sin embargo en esta jornada sigue entre­gando la plusvalía al propietario.

Al luchar contra la carestía de la vida logró el establecimiento del salario mínimo. Pero, al igual que la determinación del precio de la mercancía en general por el coste de producción, este salario mínimo no rige para el individuo sino para la es­pecie. Hay obreros, millones de obreros, que no ganan lo necesario para poder vivir y procrear; pero el salario de la clase obrera en conjunto se nivela, dentro de sus oscilaciones, sobre la base de este mínimo.

Dentro del sistema actual es “justo" que el pro­pietario de los medios de producción haga traba­jar lo más que pueda al trabajador pues "para eso le pago”; y es "justo" que no pague más del salario mínimo pues "eso fue lo pactado en el acuerdo sa­larial” Por eso, desde el punto de vista del trabaja­dor no puede hablarse de justicia en el horario de trabajo ni en el salario mínimo. Jornada justa, sa­lario justo, ése es el lenguaje del propietario y sus voceros, no del trabajador y sus aspiraciones.

No hay que olvidar que el salario mínimo en­cierra cuatro componentes, cuatro tipos de salario: salario nominal, salario real, salario relativo, sala­rio diferido. Es necesario conocer estos salarios.

Salario nominal es la expresión en dinero del precio de la fuerza de trabajo. Cuando la hiperinflación de varios dígitos el trabajador peruano re­quería una carretilla para cargar los millones de soles que recibía de salario. Eran tantos los mi­llones que la nueva moneda, el Inti, rebajó en tres ceros la suma anterior; y aún así, seguían siendo miles y miles los Intis, según se fijaba el salario mínimo en cada reajuste salarial. Pero la devalua­ción de la moneda expresa crudamente la deva­luación del salario. La devaluación y el incremen­to de los precios de las otras mercancías anulan de inmediato cualquier reajuste salarial porque "los precios de las mercancías se regulan por su coste de producción’’ Así. la lucha por el incre­mento salarial en base a primas, bonificaciones, indexación, etc., fracasa en los hechos porque no toma en cuenta el salario real ni el salario relativo ni el salario diferido. Es una lucha de "oposición’’ en el marco del sistema vigente y sin señalar una perspectiva propia al trabajador.

La lucha por el “salario justo" repite la can­ción infantil de los pollitos y la gallina. Los traba­jadores quedan como “los pollitos dicen pío pío pío. cuando tienen hambre, cuando tienen frío” y el propietario queda como “la gallina busca el maíz y el trigo, y les da alimento y les da el abrigo” Es la mediocre lucha "contra los hambreadores del pue­blo” Si la gallina consigue el alimento, es buena gallina; y si no lo consigue, es mala gallina. Pero la gallina sigue siendo gallina porque los pollitos si­guen siendo pollitos. Es bueno recordar que "los grandes nos parecen grandes porque estamos de rodillas; pongámonos de pie”

Salario real es el equivalente a la cantidad de mercancías que se puede comprar con el salario establecido. Al comienzo el salario real debía cu­brir el coste de producción del obrero y su fami­lia. Debía ser salario familiar (el trabajador, su cónyuge y sus hijos) Pero con el perfeccionamien­to de la maquinaria se rebaja el tiempo de capaci­tación del obrero, y por eso el proceso industrial sustituye a obreros diestros por obreros inexper­tos, a los varones por mujeres, a los adultos por jóvenes. Y así, en lugar del trabajador adulto la fábrica puede dar empleo a una mujer y tres jóve­nes. ¿Y acaso el salario del trabajador no tenía

que bastar para sostener al cónyuge y a los tres jóvenes? ¿No tenía que bastar el salario mínimo para conservar y multiplicar el género humano? Es que ahora, para pagar el sustento de una fami­lia trabajadora, la industria necesita consumir cuatro vidas obreras por una que consumía an­tes. El salario real ha devenido salario individual. Así, la crisis de la familia tradicional es pues una crisis económica, y sólo superficialmente es una crisis moral. La familia se desintegra no por el vicio y las malas costumbres sino por el sistema imperante. Y más aún, porque este sistema está en el Perú en crisis irreversible. El Perú no se pro­letariza, se pauperiza.

Salario relativo es el valor de la fuerza de tra­bajo comparado con el plusvalor que produce, el salario del trabajador comparado con la ganancia del propietario. Tanto el salario como la ganancia son partes del producto del trabajador; pero el trabajador percibe el salario mientras que el pro­pietario se apropia de la ganancia. Así, aunque sea el mismo o incluso aumente el salario real, cuanto más se incrementa la plusvalía más dismi­nuye el salario relativo. Por tanto, si con el rápido incremento del capital aumentan los ingresos del obrero, al mismo tiempo se ahonda el abismo so­cial que separa al obrero del capitalista y crece a la par el poder del capital sobre el trabajo, la de­pendencia del trabajo con respecto al capital. En Estados Unidos el obrero gana varias veces más que en el Perú, pero el capitalista gana muchas veces más que el capitalista peruano. En esa rela­ción se nota también la diferencia entre capital transnacional y capital marginal.

En los países desarrollados el salario real de los trabajadores es 30 o más veces superior al salario del trabajador peruano. Pero la plusvalía del propietario es también superior e incluso en mayor proporción. O sea que si crece el capital pueden aumentar también los salarios, pero au­mentarán con rapidez inconmensurable las ganan­cias del capitalista. La situación material del tra­bajador habrá mejorado, pero a costa de su situa­ción social. El abismo social que lo separa del ca­pitalista se habrá ahondado.

Salario diferido es el que recibe el trabajador por salud, vacaciones, indemnización, cesantía, jubilación. No lo recibe en el salario nominal sino según las circunstancias. Antes el empresario lo anulaba de una u otra manera; ahora con la "flexi­bilidad laboral" y el "contrato temporal" no hay a quién reclamar este salario diferido.

     En el Perú, el abismo social que separa al tra­bajador del propietario se ha ahondado inconmensurablemente, pero no por el incremento del ca­pital sino por la pauperización del país entero. Tanto el salario nominal como el salario real, el salario relativo, el salario diferido caen inconteni­blemente. Ya no se trata entonces de la lucha por el salario mínimo en el marco del sistema vigente, sino de la lucha por el salario digno en el marco de un nuevo sistema social. Este salario digno sólo se puede lograr liberando las fuerzas productivas del pueblo peruano. Ahora para el trabajador, di­rigir la producción es la premisa para distribuir bien lo producido. Esto es trabajo emancipado. Éste es el contenido de la Moral de Productores. Y esta Moral de Productores no surge mecánicamente del interés económico: se forma en la lu­cha de clases, librada con ánimo heroico, con vo­luntad apasionada.

Dirigir la producción significa hacer que el tra­bajo acumulado sirva al trabajo vivo. Se pone al derecho la relación y el Perú se pone de pie. Al trabajador le toca preocuparse de lo que ya ni se preocupa el propietario. Pero ¿cómo distribuir lo producido? Deduciendo primero una parte para reponer los medios de producción consumidos, una parte suplementaria para ampliar la produc­ción, una parte para el fondo de reserva o de se­guro contra accidentes y calamidades naturales, una parte para los gastos generales de adminis­tración no concernientes a la producción, una par­te para satisfacer necesidades colectivas (educación, salud, etc.), una parte para el fondo de sostenimien­to de las personas no capacitadas para el trabajo (jubilación, etc.) Estas deducciones se expresan en impuestos específicos, fondos de bienestar, fondos de acumulación y dividendos necesarios.

Sólo así se puede establecer seguidamente el salario digno y su incremento constante. Pero por inepta caduca y corrupta, en esto ni piensa la cla­se dominante. Esto lo tienen que pensar, proyec­tar y hacer realidad los Trabajadores con Moral de Productores, moral que distingue y relaciona el trabajo acumulado y el trabajo actual, la mer­cancía y la fuerza de trabajo, el salario y la ganan­cia, el interés y la conciencia.

Moral de Productores, pues un proletariado sin más ideal que la reducción de las horas de trabajo y el aumento de los centavos de salario, no será nunca capaz de una gran empresa históri­ca. Y así como hay que elevarse sobre un positi­vismo ventral y grosero, hay que elevarse también por encima de sentimientos e intereses negativos, destructores, nihilistas. El espíritu revoluciona­rio es espíritu constructivo. Y el proletariado, lo mismo que la burguesía, tiene sus elementos di­solventes, corrosivos, que inconscientemente tra­bajan por la disolución de su propia clase, como lo señalara el Maestro del Proletariado Peruano, José Carlos Mariátegui, en enero de 1927,

Moral de Productores, es lo que necesita el Perú en estos momentos de dura prueba. Esta es la esencia de la reivindicación del Trabajo Emancipado.

Pero aparte de esta Moral de Productores, propia del Socialismo Internacional y del Socia­lismo Peruano, hay otra moral que circula en la vida diaria como moneda corriente. Su género próximo es que ambas son Moral; su diferencia específica es que una es Moral de Productores, otra es Moral de Reproductores, Moral Sexual.

La Moral como práctica de la Ética y la Ética como teoría de la Moral, tienen su sello de clase. Sólo el marxismo trata de la Moral de Producto­res. Bien señala JCM que la función ética del so­cialismo ‘‘debe ser buscada, no en grandilocuen­tes decálogos, ni en especulaciones filosóficas, que en ningún modo constituían una necesidad de la teorización marxista, sino en la creación de una moral de productores por el propio proceso de la lucha anticapitalista" (16.11.28)

De la Moral Sexual, ‘‘moral de reproductores", con sus grandilocuentes decálogos es la religión la que trata de sacar provecho con su prédica mo­ralista. Pero el materialismo histórico trata la re­lación varón-mujer partiendo de la realidad y la evolución de la especie humana. Obra cumbre es, precisamente. El Origen de la Familia,... (1884) Señalando la posición moralista de un escritor, que declaraba pomposamente que “la promiscui­dad supone la supresión de las inclinaciones in­dividuales” de tal suerte que "su forma por exce­lencia es la prostitución", Engels comentó tajan­temente: “Paréceme, más bien que es imposible formarse la menor Idea de las condiciones primiti­vas mientras se las mire por la ventana de un lupa­nar" (p.33) Es el error en que cae más de un mora­lista en uso, pretender juzgar gratuitamente la con­ducta ajena partiendo de su personal experiencia.

Analizando la evolución de la especie huma­na, desde la promiscuidad sexual padres-hijos hasta la monogamia, (Adán, para reproducirse tuvo que procrear con sus hijas, y sus hijos entre hermanos, lo que pudorosamente ni se comenta), tras minucioso y pormenorizado análisis Engels comenta que cuando haya surgido una nueva ge­neración de varones y una nueva generación de mujeres, estas generaciones "enviarán al cuerno todo lo que nosotros pensamos que deberían ha­cer. Se dictarán a sí mismas su propia conducta, y, en consonancia, crearán una opinión pública para juzgar la conducta de cada uno. ¡Y todo que­dará hecho!" (p.82) Hay, pues, diferencia radical entre estos dos tipo de Moral.

Entonces, anteponer la Moral Sexual a la Mo­ral de Productores deviene sofisma de distrac­ción en la presente etapa de Preparación de la Organización

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Ramón García R.

ragarro2002@gmail.com

 

 Del libro Socialismo Peruano Hoy, de la página 93 a la 104

 

 

 

 

 

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