martes, 30 de agosto de 2022

1, 2 Y 3, LA MAFIA OTRA VEZ

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GUSTAVO ESPINOZA MONTESINOS
1, 2 Y 3, LA MAFIA OTRA VEZ
Editorial de la revista Marka / 16 de agosto 2022
Pareciera que en nuestro país está entablada una batalla que no habrá de terminar nunca. Por lo menos, no habrá de concluir a corto plazo.
Las fuerzas de la reacción interna -la oligarquía, las mafias políticas y la Prensas Grande- persisten en su empeño de enlodar la figura presidencial para derribar al Jefe del Estado e imponer un escenario revuelto, que nadie podrá controlar con formas democráticas más adelante. Es por eso que la sombra siniestra del fascismo, asoma peligrosamente.
Hay quienes aseguran -y no les falta razón- que esto toma la forma de un Lawfere, ese curioso método ideado más allá de nuestras fronteras, y que consiste en asumir un procedimiento denigratorio para lograr un objetivo preciso: escoger un delito, conseguir una troupe de fiscales y jueces para perseguirlo, y luego encontrar una víctima con la cual cebarse. De ese modo se completará la faena.
En este caso, no se trata de un delito, si no de numerosas figuras penales que se han procesado mediante casi 7 acusaciones dictadas por la Fiscalía: traición a la patria, obstrucción de la justicia, cohecho pasivo, lavado de activos y algunos más; asoman como si fueran las cartas de un apetecible menú. Cualquiera podría darse el gusto de escoger la que prefiere, o la que se acomode más a su paladar. Para todos hay.
Los impulsores del procedimiento, también están. A la cabeza de los mismos asoma una Fiscal que tiene un curriculum vitae por cierto discutible. Por eso es pasible hoy de diversas acusaciones: Haber removido a quien llevaba el caso de su hermana, acusada de oscuros vínculos con el narco tráfico; adoptar medidas para favorecer a “los cuellos blancos”; ascender a Marcela Gutiérrez, la esposa de Harvey Colchado, y valerse de éste para acosar a la familia de Pedro Castillo; designar para un alto cargo a Carmen Barrantes portadora de negativos antecedentes administrativos y penal. Perlas, todas, de inapreciable valor.
Pro a ella se le suman otros ex funcionarios del Ministerio Publico, como Yenny Vilcatoma, que abominaba en sus años de congresista, a Condorito, porque era chileno; y algunos más, dotados del mismo veneno seudo jurídico que tanto gusta a las entrevistadoras de la tele.
Y la victima está cantada. Se trata, por cierto, del Primer Mandatario, el mismo que desempeña las funciones de Presidente de la República, para ira de sus adversarios, por mandato popular. Ocurre, sin embargo que, para el caso, esa víctima no es suficiente. Se le añade la familia entera: su esposa, sus hijos -hasta un chico de 15 al que se acusa de usar su teléfono celular para hacer “llamadas delictivas”- sus cuñados, sus hermanos y hasta sus ancianos padres, cuya vivienda –en Chota- ha sido intervenida “en busca de “documentos probatorios”.
Todo ello perfila la figura de un acontecimiento inédito. Nunca en la historia social del Perú ha ocurrido un hecho semejante. Y claro, esa excepción se explica: el “investigado” es un campesino, un rondero, un maestro rural, un fugaz líder sindical; que llegó a la Primera Magistratura de la Nación prometiendo “cambios profundos”. Se trata, entonces, de un ciudadano de “segunda clase”, al que los editorialistas de Expreso llaman simplemente “analfabeto”, “ignorante”, “retardado” y otras sandeces.
No importa el hecho que, acosado como estuvo desde antes del inicio de su gestión, Pedro Castillo no haya podido concretar esos “cambios” que ofreció. Después de todo, pareciera que su delito mayor, fuera otro.
Segismundo, el célebre personaje de Caderón de la Barca el dramaturgo del Siglo de Oro Español, gritaba desde el fondo del pozo en el que fuera confinado: “mi delito mayor, es haber nacido”. Pedro Castillo podría emularlo diciendo: “mi delito mayor, es haber ofrecido cambios” que nunca fue posible concretar.
Porque finalmente eso es lo que aterra a la clase dominante: que alguien incuba la idea que es posible cambiar la oprobiosa realidad nacional que sin embargo es boyante para ella porque está en la base misma de una riqueza acumulada por ella a través de los siglos.
Hay, sin embargo, quienes no perciben la importancia de lo que acontece en el Perú; creen, ingenuamente, que ésta es “una contradicción en las alturas” y que, por tanto, no merece tener ante ella, una actitud definida. Dotando a su pensamiento de un sesgo de consigna, suelen decir: “ni lo uno, ni lo otro”. En otras palabas, ni Castillo, ni el Keikismo. Peligrosa distorsión, por cierto.
En política, las cosas no son como uno quiere, ni los actores tienen los rasgos que uno deseara que tuviesen. Todos quisiéramos que Castillo no tuviese defectos.ni insuficiencias; que fuese un líder prístino, impoluto, inobjetable. Y que sus rivales, aparecieran siempre con cuernos, y colas de demonio. Pero las cosas, en la vida real, no son así.
Cabe, entonces, solamente la posibilidad de escoger. Podemos optar por defender la voluntad democrática de los peruanos expresada en las ánforas en junio del 2021 y con él el proyecto de transformaciones que se impusiera al reducto reaccionario; o podremos optar por el otro derrotero sumándonos al coro golpista que acecha a la República. Objetivamente, no hay término medio.
Cuando los pueblos se encuentran ante retos que asoman insolubles, pueden recurrir a Lenin en busca de consejo. El líder bolchevique les dirá: “hay que tomar el Palacio de Invierno, camaradas”. Y por cierto, tendrá razón. Hoy, tomarlo en el Perú de nuestro tiempo, pasa por ver la realidad y no hacer alquimias filosóficas en el marco de la contienda.
Es más sensato, seguir la política leninista de acumulación de fuerzas: definir cuál es el peligro principal, y cerrar filas contra él; ganando para nuestra causa a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas
La Mafia, esta vez, no podrá salirse con la suya. (fin)

 

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