Sigfrido es un caso distinto. No sé por qué razón se unió al Apra. Admiraba a Víctor Raúl Haya de la Torre a pesar de los ataques injuriosos de éste contra su padre. Alguien me ha dicho que en un programa de televisión, Aldo Mariátegui sostuvo que yo había inventado el aprismo de su padre, Sigfrido.
En realidad, esa militancia la conozco desde hace mucho tiempo. Lo confirma por lo demás, Luis Alva Castro en su libro El Señor Asilo…
Un dirigente aprista me dijo hace poco que Sigfrido, que no parecía aprista, era el enlace entre Haya, asilado cinco años en la embajada de Colombia, y el partido”.
(César Lévano
29.09.13)
“El rojo Lévano menciona este domingo en La
Primera a mi difunto padre con su usual agria mala leche…(mi padre) era muy
selectivo con sus amistades y no se juntaba con “poquita cosa” como una vez me
describió mi tío Javier a Lévano… Mi padre nuca fue aprista… Alva Castro peca
de amable ligereza cuando lo califica en su libro de aprista (y tampoco nunca
fue un comunista de mierda, valga la redundancia… En todo caso el octogenario
Lévano está jugando sus descuentos y relativamente pronto podrá conversar con
mi padre, sus hermanos, JCM sobre sus venenosas aseveraciones (si estos se
dignan a hablarle).
(Aldo Mariátegui 01.10.13 – Día del Periodista)
No se
necesita ser un “comunista de mierda” para coincidir en que los términos de la
“respuesta” de Mariátegui a Lévano no sólo son inaceptables por su absoluta
desproporción y mala entraña, sino que probablemente ingresen a un campo aún
más serio de agresión verbal y discriminación contra la condición de persona
mayor del director de La Primera. Si hay un Tribunal de ética en la prensa
peruana, debería de oficio encausar al atorrante y llamar la atención al medio
en el que se han publicado estas barbaridades.
Por mi
parte voy a dejar señalado que me reiría de muy buena gana de esa frase
retorcida en la que se le dice “poquita cosa” a César Lévano, y que coloca sus
propios complejos en boca de alguien que ya no está para corregirle. Bien
podría César contar lo que Javier le decía de su sobrino derechista y que me lo
reveló hace varios años. Pero no vale descender al nivel del tonto que quiere
herir con tonterías. ¿En qué podrían compararse las trayectorias de Lévano,
hecho desde abajo (como JCM), hombre trabajador y culto, autor de varios
libros, luchador incansable que pasó varias veces por la cárcel por sus ideas y
no las abandonó por ello, maestro venerable que a su edad mantiene una lucidez
que otros ya perdieron antes de los 50, con las del abogado fallido al que le
cuesta escribir seguido más de cuatro líneas?
En fin no
hay nada que pueda compensar la vileza cometida. Pareciera que después de
inmunda campaña contra Diez Canseco, el columnista de Perú 21 ya se cree
autorizado para empujar a sus adversarios a la muerte. Se equivoca
profundamente.
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