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Hecha la Ley, hecha la Trampa
LA LEY Y LA PROPIEDAD
Es
sabido que los congresos de la República son una máquina de fabricación
de leyes, que si se reflexiona un poquito sobre ellas, inmediatamente
salta a la vista el método escolástico de que se ha valido para adaptar a
ellas, una realidad que no le corresponde. Para muestra un botón.
Actualmente,
el nuevo régimen presidencial, dada la podredumbre de un Estado caduco,
alza su voz en su nuevo vocero que declara: que está a puertas la
promulgación de “la ley de la muerte civil” para los funcionarios
sentenciados por el delito de corrupción; esto se acelera a raíz del
tráfico de la salud con el dinero de los contribuyentes, por parte de un
ex-asesor del actual Presidente de la República.
El
mal de este Estado no está en el llano, está en las alturas. Es en las
alturas donde están las clases dominantes, los explotadores (una
minoría), que utilizan el llano (el pueblo-mayoría) no solo como mercado
de explotación del trabajo, sino sobre todo, como mercado para la venta
de sus productos.
Los
explotadores como dueños de los medios de producción, son también
dueños del poder económico y el poder político del Estado. Toda su
política de Estado está contenida en la Constitución y las leyes, y
éstas, no son más que expresión concentrada de la gran propiedad sobre
los medios de producción. Es por esto que las leyes que tenemos son las
leyes de los explotadores, lacayunas y serviles ante el poderoso y
despóticas ante el débil. Para muestra, las leyes sobre concesiones
mineras, todas hechas atendiendo el mínimo detalle de beneficio para las
transnacionales, que a la hora de ejecutar su despotismo contra las
masas opositoras, ponen su mando sobre las fuerzas armadas o fuerzas
policiales para que ejecuten se cumpla la ley.
En
medio de estas condiciones que domina el estado actual del sistema
dominante, promulgar la ley de muerte civil para los funcionarios
corruptos, es un juego más del gato y el ratón, aparte que desde que
existe la justicia burocrática, administrada por unos cuantos jueces
preparados para el juego del papeleo, la sentencia en el camino del
proceso puede cambiar de negro a blanco. Es negociable. El hombre común
tiene razón cuando dice “la justicia es para el que tiene plata”, sea
este un alto funcionario del Estado, o el más vil de los delincuentes.
Tal parece que la idea de la muerte civil, son los estertores de la caducidad y podredumbre del sistema dominante.
Héctor Félix D.
19.10.16
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
21 de octubre 2016
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