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CASTIGAR A LOS PROVOCADORES
(24 de enero de 2023)
Por Miguel Aragón
En las actuales condiciones, las movilizaciones democráticas tienen varios objetivos.
En primer lugar, captar la atención, integrar, y movilizar a la mayor cantidad de la población, para que se unan voluntariamente a las movilizaciones.
En segundo lugar, agitar las consignas de las reivindicaciones democráticas del momento.
En tercer lugar, crear las condiciones favorables para la organización local de la población.
Una movilización que no se plasme en organización, y que no fortalezca al frente unido del pueblo, no tiene justificación, resulta siendo un desgaste inútil de energías (e incluso de vidas).
Movilizar, agitar y organizar es una tarea permanente.
II
A los enemigos del pueblo no les conviene el desarrollo de este triple objetivo. Por eso, ellos alientan la infiltración de provocadores para desprestigiar las movilizaciones, y motivar la represión policial. En las últimas movilizaciones se han observado tres tipos de provocadores.
En primer lugar, agentes policiales encubiertos, que son los primeros en alentar los desmanes, apedrean a los policías, rompen lunas, y atacan locales públicos y privados.
En segundo lugar, infiltrados que son delincuentes lumpen, que se suman a las marchas para aprovechar los disturbios, con el objetivo de dedicarse al saqueo de bienes materiales.
En tercer lugar, infiltrados políticamente anarquistas, que por su propio individualismo creen que atacando en forma individual, van a debilitar el poder.
Estos tres tipos de infiltrados son peligrosos y muy dañinos para el desarrollo de las movilizaciones. Para contrarrestar su accionar, las organizaciones del pueblo deben formar brigadas de ronderos, para identificar, aislar y castigar a los provocadores. Los ronderos del pueblo deben castigar “a latigazos” a todos los provocadores, darles una buena lección, para que nunca más debiliten las acciones de masas.
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