miércoles, 6 de octubre de 2021

Construcción de Perú Integral LA UNIDAD, TAREA ESENCIAL

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Construcción de Perú Integral

 

LA UNIDAD, TAREA ESENCIAL

 

Por Gustavo Espinoza M.

 

No es difícil darse cuenta que el objetivo principal en la estrategia de la clase dominante, es mantener y perpetuar la división de las fuerzas del pueblo como única manera de asegurar su dominio. Si partimos de esa premisa, podremos aseverar entonces que la tarea principal del pueblo, es forjar la unidad y preservarla de todas las acechanzas, porque es la única herramienta que habrá de garantizarle la victoria sobre la clase opresora.

De este modo, la unidad es un objetivo concreto, un fin en sí mismo. Pero, al mismo tiempo, un instrumento de luchar destinado a afirmar otros objetivos, que serían imposibles si la dispersión cundiera en el campo popular y si las fuerzas empeñadas en la lucha por transformar la sociedad, actuaran de manera desarticulada e inconexa.

Todo esto puede apreciarse de manera nítida y transparente si se mira con elemental detenimiento el proceso peruano, sobre todo en las últimas décadas.

Hubo, en realidad, los momentos en los que las fuerzas progresistas de la sociedad peruana forjaron la unidad y, gracias a ella, lograron impulsar importantes procesos sociales.

La primera de estas experiencias ocurrió en los años de la insurgencia militar del 68, tan denigrada por la clase dominante y evocada hoy por los trabajadores y otros segmentos pauperizados de la sociedad peruana. La otra, en los años 80, cuando diversas estructuras políticas convocadas por Alfonso Barrantes, dieron nacimiento a Izquierda Unida, que llego en su momento, a ubicarse como alternativa de gobierno y de Poder.

En los años del movimiento del 68, la unidad surgió casi por el imperio de la realidad. La acción patriótica del 9 de octubre de ese año, polarizó a la sociedad y la inmensa mayoría de peruanos se sintió reivindicados por el accionar de la Fuerza Armada en tanto que la clase dominante, por primera vez en la historia del Perú, tuvo miedo. Se dio cuenta de los cambios que se avecinaban, se asustó por el vigoroso poderío del gobierno de entonces, y no fue capaz de ofrecer resistencia activa a su orientación política.

La Izquierda, representada entonces casi exclusivamente por el Partido Comunista, supo asumir sus tareas con responsabilidad y decisión, y la clase obrera, tras las banderas de la CGTP, dio claras muestras de entereza y capacidad. Esto, sin embargo, se debilitó luego de agosto del 75, cuando Juan Velasco fue desplazado. Afloraron grupos de izquierda, hasta entonces pequeños, y sectores patrióticos de la Fuerza Armada perdieron la iniciativa.

La crisis, retomó otro itinerario con el surgimiento, a inicio de los años 80, de ese vasto movimiento político que se denominó Izquierda Unida. Gracias a él, fue posible ganar las elecciones municipales en Lima, en 1983, y tener funciones ediles dirigentes en varias ciudades del país. La falta de preparación de los cuadros dificultó la tarea asumida y no siempre resultó posible una función efectiva en provecho de las grandes mayorías.

Cuando la IU se proyectó en el país como alternativa de Gobierno y de Poder, fue presa de dificultades mayores que alimentaron su división. Aunque no es el tema precisar las causas que la motivaron, hay que señalar que una de ellas fue el innegable trabajo del enemigo. Este, buscó obsesivamente generar problemas internos en IU y al interior de los partidos que la integraban. Alentando la vanidad en algunos dirigentes, el caudillismo en otros, el hegemonismo y el sectarismo en los colectivos partidarios, logró sembrar las semillas de la división que fructificaron pronto.

Hoy, a los peruanos se nos presenta una nueva oportunidad, Objetivamente, la maduración del proceso social, generó una situación en la que una fuerza de Izquierda liderada por el candidato Pedro Castillo, pudo imponerse en los comicios de junio del 2021. El que confluyeran diversas tendencias en apoyo a esa candidatura entre abril y junio pasado, aseguró la victoria. Por eso, nadie puede realmente considerarse propietario de la misma. Ella, fue el resultado de una unidad macerada por el propio pueblo, empeñado en asegurar el triunfo de banderas progresistas.

Hoy el gobierno popular tiene en sus manos la posibilidad real de conducir la vida nacional. Y eso es un hecho que ocurre por primera vez en la historia del Perú. Es responsabilidad de la izquierda asegurar que esta inédita experiencia, sea exitosa. Para eso, es indispensable recoger las lecciones del pasado.

Para ese efecto, hay que afirmar y consolidar la Unidad. La unidad nos obliga, en primer lugar, a no ventilar públicamente eventuales diferencias. Si hay distintas opiniones entre fuerzas que respaldan este proceso, es indispensable debatirlas dentro de nuestra propia esfera de acción, y nunca fuera de ella. Si sacamos a luz diferencias y enfrentamientos, estos serán usados prolijamente por nuestros enemigos.

Otro concepto que debemos respetar escrupulosamente, es el de no atacarnos mutuamente, Menos aún descalificarnos, o denigrar nuestra conducta. Si alguno de nosotros cometió errores en el pasado, hay que tenerlo en cuenta para el análisis interno, pero no sacarlos como herramienta de lucha ahora. Por lo demás, en la materia, seguramente nadie podría tirar la primera piedra.

Darse cuenta que el enemigo está al frente, y no dentro de nosotros ni a nuestro costado, es vital para consolidar este proceso. Elogiar -y aún adular- a quienes eventualmente consideramos “más revolucionarios” y llenar de improperios a los que creemos “menos”; puede ser tentador para recibir “favores” ocasionales, pero innegablemente daña la relación entre fuerzas que tienen hoy una tarea común.

Hoy, que asoman en el escenario diversas publicaciones formalmente identificadas con el proceso en marcha, es indispensable evitar la confrontación, y las pugnas, que confunden, desorientan y dividen. Ellas serán siempre, hoy o mañana, usadas por el enemigo contra nosotros mismos.

Los peligros que acechan al proceso en marcha, son muy grandes. Si la clase opresora logra recuperar su dominio, nos golpeará a todos. No solo a los “más revolucionarios” o “más leales”. El odio del enemigo, no hace distinciones. Nuestra política unitaria, tampoco debe hacerlas.

Artículo Publicado en la

Revista Digital MARKA  Nº 2  Octubre 2021

 

COLECTIVO PERÚ INTEGRAL

 

6 de octubre 2021

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