13:29 23/09/2013
Columna semanal por Vicky Peláez
Los mil tentáculos del monstruo insaciable, abarcan el mundo y lo sumergen bajo la transparencia pérfida de una serenidad halagadora (Vargas Vila, “Dios del Siglo”)La reciente prohibición por las autoridades de los EEUU del vuelo del avión presidencial de Venezuela por el espacio aéreo de Puerto Rico, para un trayecto hacia China, que varias horas después fue revocada, hace pensar que los antiguos filósofos, como Heráclito de Éfeso (535 a.C.-484 a.C.) se habían equivocado en algunos de sus aciertos.
Había afirmado este pensador griego en su escrito llamado “la Piedra de Heráclito” que “Sabemos que la misma agua no pasa dos veces por el mismo cauce. Sabemos que la misma piedra no es pulida dos veces por la misma agua”. Con esto trató de decir que “todo fluye y nada es permanente”. Sin embargo, en este siglo globalizado resulta que el postulado de Heráclito no había tomado en cuenta la posibilidad de excepciones en el futuro, como por ejemplo la agenda de los Estados Unidos hacia el mundo entero y en especial, hacia América Latina, que ha quedado inmóvil desde la fundación de Norteamérica en 1776.
Las doctrinas de cada uno de 44 presidentes que ha tenido Norteamérica se han caracterizado por el mismo denominador común: expansión permanente de la influencia del país para lograr el total dominio del mundo y el control sobre los recursos naturales del planeta “con la bendición y apoyo de Dios”, como lo explicó el ex presidente George W. Bush.
Para lograr este propósito trataron, como había declarado alguna vez el mariscal de las Fuerzas Aéreas de Gran Bretaña, Arthur Harris bombardear a Vietnam “para hacer regresar al país a la Edad de Piedra”. Años después tiraron sobre Irak 88.500 toneladas de bombas “inteligentes”.
Por supuesto que América Latina ha sido siempre su blanco preferido debido a sus enormes recursos naturales, especialmente los energéticos, aplicando la estrategia “del militarismo en sus dos formas: a través de una guerra (invasión) o la paz bajo el control de las armas”, como la definió Rosa Luxemburg.
Tan seguros estaban los gobernantes de Washington en la inmovilidad de su “patio trasero” que no se percataron del proceso que estaba en marcha en Latinoamérica, bautizado por el presidente de Ecuador, Rafael Correa como “cambio de la época”. El presidente ecuatoriano anunció en uno de sus discursos que “Somos un continente, una región, un pueblo de pueblos que apunta al porvenir con decisión y el cambio de la época no lo cambia nadie”.
Con la creación del MERCOSUR, la UNASUR, el ALBA y la CELAC, América Latina ha emprendido su nuevo camino hacia la integración y la solidaridad continental. Esto se ha visto claramente en julio pasado cuando el avión en que viajaba el mandatario de Bolivia, Evo Morales, desde Moscú hacia La Paz tuvo que aterrizar de emergencia en Viena ante la negativa de Italia, Francia, España y Portugal a permitir que empleara su espacio aéreo, debido a la sospecha de que a bordo viajaba el ex técnico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, Edward Snowden. Inmediatamente toda América Latina se solidarizó con el gobierno boliviano.
Debido a las nuevas condiciones que surgieron en el continente, Washington reemplazó por el momento su estrategia de “la paz bajo el control de las armas” por “la paz bajo el control de los servicios de inteligencia”. El departamento de Estado, el Pentágono y los 16 servicios de inteligencia creen que la integración y la independencia de los países latinoamericanos son procesos temporales que en algún momento propicio van a revertirse, como pasó en Honduras y Paraguay, con la ayuda estadounidense y la labor “subversiva” de las elites nacionales a su servicio.
Uno de sus resultados de esta estrategia ha sido el uso de las prácticas ilegales de intercepción de las comunicaciones y datos de ciudadanos, empresas y miembros del gobierno de Brasil, México, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú, Chile, Uruguay, Argentina, Colombia, Nicaragua, Honduras, Paraguay, Panamá denunciadas por Edward Snowden.
La respuesta más contundente fue de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff que canceló la visita de Estado a Washington programada para finales de octubre próximo. En varias ocasiones exigió a Barack Obama explicaciones y disculpas escritas, contando después sobre una conversación con el presidente norteamericano en la Cumbre G-20 donde “Le dije quiero que me explique todo, que en inglés se dice everything”.
Acostumbrado a no explicar sus acciones a los miembros de lo que las elites norteamericanas siguen considerando “su patio trasero”, Washington prefirió mantener silencio como lo hizo con sus aliados incondicionales latinoamericanos, aunque también espiados: el presidente de México, Enrique Peña Nieto, él de Colombia, Juan Manuel Santos, su homólogo millonario chileno, Sebastián Piñera y el presidente del Perú, ex nacionalista y ex populista, Ollanta Humala.
Resultó que hizo mal cálculo con el Brasil en un momento inoportuno irritando al país entero. Así hizo fracasar los intentos de Dilma Rousseff tratando de acercarse a los Estados Unidos que estaba demostrando en los primeros meses del año en curso.
Recibió fuertes presiones de su pueblo, su partido y del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva que la obligaron a cancelar la visita a Washington y poner en duda la compra ya casi asegurada de aviones de guerra norteamericanos.
Lo que más le indignó al gobierno brasileño fue el hecho de que la estatal Petrobras, que es el líder mundial en exploraciones en aguas ultra profundas y que realiza más perforaciones que BP, Shell y ExxonMobil juntos, haya sido el objeto principal del espionaje. De igual manera la Casa Blanca ha estado muy interesada en las reservas de petróleo y gas brasileños que junto con los venezolanos podrían cambiar en el futuro no tan lejano el panorama energético en el mundo.
Así de golpe, Estados Unidos no solamente ha provocado el alejamiento de Brasil sino lo ha empujado involuntariamente a estrechar lazos con Argentina para crear un sistema de defensa cibernética en conjunto. Durante el reciente encuentro de los ministros de defensa de ambos países se decidió la creación de un grupo de trabajo para la defensa de las armas cibernéticas que en el futuro podrían reemplazar las armas de destrucción masiva. Venezuela también mostró su interés en participar en el desarrollo de la defensa cibernética.
Paralelamente, el gobierno brasileño decidió crear su propio sistema de correos electrónicos en reemplazo de Google, Gmail, Microsoft, Hotmail etc., que entraría en el servicio en 2014.
Perder a Brasil, aunque por un tiempo limitado, ha sido un duro golpe para Washington que lógicamente lo hubiera debido a inducir el departamento de Estado a cambiar su estrategia y táctica hacia América Latina. Pero los globalizadores siguen aplicando su política de prepotencia creyendo en el poder invencible de su dólar y en la sumisión de las elites nacionales. Como la última muestra de su arrogancia negaron visas a varios miembros de la delegación venezolana, entre ellos al ministro de la presidencia, Wilmer Barrientos, que iban a participar en el Debate general del 68 Período de Sesiones de la Asamblea general de las Naciones Unidas.
Posteriormente prohibieron el sobrevuelo del avión presidencial venezolano por Puerto Rico, alegando que no se ha cumplido con trámites correspondientes adecuadamente y que el avión no era un aparato oficial venezolano. Por supuesto que todo ha sido una mentira y una patraña de la única superpotencia en el mundo. Los trámites han tomado su curso habitual y el avión era seguro pero de la Aerolínea Cubana de Aviación que nunca ha sido de agrado de departamento de Estado, ansioso de hostigar permanentemente tanto a Cuba como Venezuela.
La protesta e indignación mundial y sobre todo en América latina, pusieron en aprieto a Washington obligando al gobierno norteamericano revocar la prohibición del vuelo permitiendo a Nicolás Maduro cumplir con su visita a China.
Lo curioso es que todos estos hechos no hacen reflexionar al gobierno norteamericano para ver como mitigar sus relaciones con América Latina. Parece que Washington confía en su nueva creación en el continente: La Alianza del Pacífico conformada por México, Chile, Colombia y el Perú todos considerados como antiprogresistas e incondicionales de EEUU.
Sin embargo, este bloque jamás podría competir o contrarrestar influencia del MERCOSUR, el ALBA, la UNASUR y la CELAC en Latinoamérica. El intercambio comercial entre los miembros de la Alianza del Pacífico constituye solamente el dos por ciento de todo el movimiento mercantil de estos países.
El interés principal de los integrantes de este bloque no está orientado hacia América Latina sino hacia los Estados Unidos y la Unión Europea. Como lo afirmó el presidente de México, Enrique Peña Nieto durante la reciente visita del vicepresidente norteamericano, Joe Biden, lo que le interesa es “trascender con los EEUU la agenda de temas “único y específico” y ampliarla con la creatividad para hacer América del Norte una región más sólida, fuerte y consolidada”.
Ni siquiera en su discurso mencionó a Latinoamérica y por supuesto acalló el hecho de que al transcurrir 29 años de la firma del Tratado de Libre Comercio con Norteamérica y Canadá, México perdió la autosuficiencia alimenticia y se convirtió en el importador neto de sus alimentos y ahora está vendiendo su última joya PEMEX, no en vano está de visita Joe Biden.
Otro integrante de este bloque, Colombia ya se siente casi europea al pedir su integración en la OTAN y ofrecer sus soldados para las próximas guerras del Pentágono. Estados Unidos tiene seis bases militares en su territorio y Corea del Sur está construyendo a petición de EEUU en la ciudad de Villavicencio una sucursal de la fábrica de armas coreana LIG NEX 1 “para mantener la seguridad y la paz del pueblo colombiano”. Chile jamás se interesó en la integración latinoamericana y sirvió fielmente a los británicos en la guerra de las Islas Malvinas.
Recientemente su presidente Sebastián Piñera junto con el presidente peruano, Ollanta Humala ambos firmaron importantes acuerdos militares con los Estados Unidos. En Concón, Provincia de Valparaíso ya está funcionando el Centro para las Operaciones de Paz financiado por el Pentágono. Lo interesante que la prensa chilena ya bautizó este centro como “la escuela de represión urbana” pues allí entrenan a las fuerzas especiales de Carabineros y de la Policía de Investigaciones.
En el Perú ya comenzaron a diseñarse los planos de construcción en la Provincia de Piura un Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER) posiblemente en reemplazo de la base norteamericana de Manta expulsada por el gobierno de Rafael Correa. No hay que olvidar que, según la publicación argentina “Miradas al Sur”, “La propuesta de Washington para trabajar una instalación que pudiera reemplazar a Manta viene desde 2006… Todos estos años se autorizaron pactos militares con el Pentágono, como el Programa Nuevos Horizontes, el Halcón-Cóndor o el ingreso en 2009 de 15 embarcaciones de la IV Flota norteamericana a los puertos de El Callao y Salaverry”.
Un reciente Informe, Hora de Escuchar: Tendencias de Asistencia de Seguridad de los Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe”, elaborado por el Centro para Políticas Internacionales (CIP), Grupo de Trabajo para Asuntos Latinoamericanos (LAWGEE) y la Oficina de Washington para Asuntos latinoamericanos (WOLA), indica que el mayor énfasis de Washington en su actual política hacia el continente está orientado hacia una “mayor presencia de las fuerzas especiales como La Fuerza Delta y El Equipo 6 de Seal y del personal de inteligencia”. Por supuesto que todo se realiza bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico.
Estas fuerzas especiales y los agentes de inteligencia participan en el Programa “Enfoque Indirecto” que consiste en el “entrenamiento, asesoría, operaciones sobre aspectos civiles, recopilación de datos e información confidencial”. De acuerdo al informe de Linda Robinson del Council on Foreign Affairs, “es una misión tanto política como militar”. Colombia actualmente es el centro principal para el adiestramiento del personal de inteligencia y fuerzas especiales regionales e internacionales.
En el período 2010-2012 allí recibieron entrenamiento más de 9.000 militares, policías y agentes de inteligencia, de ellos 2.031 sudamericanos, 5.060 centroamericanos, 2.628 norteamericanos y 200 representantes de Asia, África, Europa, Medio Oriente y Australia. Referente a América Latina, 974 eran de Ecuador, 592 de Perú, 153 de Brasil, 18 de Bolivia, 56 de Chile, 139 de Argentina, 52 de Paraguay, 31 de Venezuela y 6 de Uruguay.
¿Cuál será su futura misión? Solamente el tiempo dará la respuesta. Mientras tanto la agenda de los globalizadores hacia Latinoamérica sigue sin cambios en espera del retorno de sus “hijos extraviados” a su “patio trasero”.
Fuente: Novosti
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