Si se parte del principio de que la ley es la continuación de la
política; y la política es la ciencia de la economía, entonces se
está en condiciones de conocer el fondo de toda ley que traduce una
política y por ende, responde a un determinado modo de producción
en el campo de la economía, campo que por otro lado, se desarrolla o
estanca por el fuego cruzado de los intereses de clase de las
diferentes clases y estamentos sociales que conforman una sociedad
concreta.
Así pues, se
desenmascara a aquella farsa neutral que se escriben en toneladas de
papel con el ánimo de hacer aparecer a la ley o a la ley de leyes y
todo su sistema jurídico habidos y por haber, como por encima de la
política y la economía, cuando en realidad depende en absoluto de
ellas.
Últimamente, como
siempre, se levanta harta polvareda respecto a un nuevo proyecto que
estima necesario una nueva reforma universitaria en el Perú. Al
respecto, los intelectuales forzados por acercar el estudio a la
producción, alega muchos argumentos, pero el principal de ellos es
constatar “la lamentable falta de calificación para el trabajo”,
y que las universidades viven a espaldas de ella y que el Perú, en
materia de enseñanza se ubica en los lugares más bajos en el mundo.
Esto es visto desde la superficie; pero si se ahonda un poco, veremos
que esa ubicación baja de la enseñanza en el Perú depende de su
situación real, concreta, de ser un país de un capitalismo
marginal, dependiente de los grandes países capitalistas
industrializados que la mantiene como un eterno deposito de materias
primas, mercado para sus manufacturas e inversiones de sus
capitales; es decir, aquellos países que invierten en el Perú no lo
hacen para desarrollar la industria nacional, no, lo hacen para
desarrollar su propia industria y ampliar su imperio de riqueza
acumulada . Es por eso, que en los actuales momentos que se va
enfriando la farsa del “crecimiento económico” a raíz de la
crisis general y generalizada del capitalismo mundial, el Estado
peruano, a través de su gobierno de turno, se manifiesta con que “la
crisis llego al Perú”. Más exacto es decir, que nuestros grandes
explotadores y compradores del exterior, hoy en crisis, ya no
necesitan de nuestras materias primas y nos vienen abandonando a
nuestro destino. Es el típico caso, salvando diferencias de tiempo y
espacio, de lo sucedido con la bonanza con pies de barro del guano y
del salitre del ochocientos. Ese defecto arrastrado hasta hoy por esa
clase dominante parasitaria, limosnera, acostumbrada a vivir de los
centavos que le tiran el canon minero o las regalías de ese mismo
filón miserable, lo que denuncia la crítica situación de ser un
país que ha tocado fondo: desindustrializado, desagrarizado e
informalidad laboral.
Esa es la ley, la
política y el modo de producción de una economía de capitalismo
marginal que hunde hoy como ayer, al Perú. Y una nueva reforma
universitaria, por muy vocinglera que sea de modernidad en la
educación, no solo será una anécdota más como muchas reformas,
sino una cómica parodia de modernidad en medio de una situación de
un capitalismo marginal. Y no se necesita de un estudio sesudo para
darnos cuenta de que eso acaecerá con el actual proyecto de reforma
universitaria; pues solo piensa en modificar la forma administrativa
de los conocimientos en la superficie de una realidad caduca, que no
le corresponde. Su precario punto de vista supeditado al
sostenimiento del sistema dominante, obra en él haciéndole Ignorar
por completo la realidad profunda del Perú, que hoy más que nunca
reclama para una salida real concreta, de su situación de
marginalidad en el mundo, la Preparación de la Organización que lo
conduzca al Perú Integral, al Perú nuevo en el mundo nuevo. Y esto
es tarea de los hombres nuevos del Perú de hoy.
Héctor Félix Damián
10.09.13
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