Por Gustavo Espinoza M. (*)
Convocado por la CGTP y otras organizaciones sindicales y sociales, el 26 de septiembre tendrá lugar en el Perú un Paro Nacional en demanda de atención a diversos problemas que agobian al país.
El Frente Amplio
Patriótico -así se llamó originalmente- y otras organizaciones políticas
han saludado la acción y mostrado su voluntad de plegarse a ella,
aportando su adhesión.
Es claro que los
trabajadores tienen todo el derecho del mundo a expresar sus puntos de
vista y adoptar medidas de lucha cuando juzguen su deber hacerlo en el
marco de la confrontación social. Y es enteramente legítimo que recurran
a actos de esta naturaleza cuando no encuentran en las autoridades
correspondientes ni voluntad, ni disposición para atender sus demandas.
La revista Forbes
revelo recientemente que el Perú tiene 10 empresarios, cuyas fortunas
oscilan entre los 1.350 millones y los 6.100 millones de dólares. El
multimillonario número uno de Perú, ocupa el lugar 195 en la lista de los más ricos del mundo.
Un Paro Nacional,
aunque sea de 24 horas, es, sin embargo, una acción que trasciende los
límites sindicales y asoma en el escenario nacional como una decisión
política de innegable trascendencia. Cabe, por eso mismo, alentar la
reflexión de quienes la convocan, con la idea de asegurar que ella
confirme objetivos de clase y sirva a los intereses de los trabajadores,
y no a los designios de quienes buscan perpetuar el modelo de
dominación vigente.
Viene al caso el
tema porque en años pasados la CGTP convocó una Jornada de Lucha de
similar contenido. Era entonces el gobierno de Alejandro Toledo,
que se debatía en los marcos de una profunda crisis de credibilidad. Las
encuestas le daban, apenas, un 8% de aceptación ciudadana; y en los
corrillos políticos era común hablar de una “revocatoria” del
mandato presidencial. Incluso, una iniciativa parlamentaria fue elevada
al pleno en tal sentido, pero no prosperó. Se dijo que había sido
“retirada” pero debía quedar como “advertencia” para que el Presidente
“la tomara en cuenta”. .
Fue allí cuando
los dirigentes del APRA “se sumaron” a la jornada, y García se aprestó a
concurrir a la Plaza Dos de Mayo para recibir, en olor de multitud, su
“patriótico gesto” de rechazar la administración Toledo. Un episodio
fortuito frustró tal propósito: un ciudadano apellidado Lora se colocó
delante del líder aprista obstaculizando la acción de las cámaras de la
TV que lo enfocaban. Un puntapié del propio García en el fundillo del
intruso, cambió el escenario.
Como la trasmisión era “en vivo y en directo”
se conoció al instante el incidente, y muchísimas personas vieron cómo
el señor García, en uso de su considerable musculatura, agredía
brutalmente a un minusválido. De ese modo, cambió la agenda del autor
del ataque que decidió no presentarse en la Plaza y dejar sin efecto su
obcecado propósito.
Hoy, el cogollo
aprista que rodea a García, actúa en un escenario similar: se enfrenta a
un Presidente hostil que sufre el efecto de un “desgaste” ante los ojos
de la ciudadanía, y que debe soportar los efectos de un Paro Nacional
que expresa el rechazo público a su gestión. Aunque las formas de su
adhesión a esa jornada puedan variar, no hay que dejar de advertir que
en los predios alanistas se baten palmas. Ellos se suman a todo lo que
pueda debilitar al gobierno actual y buscan sumar para su causa lo que
les permita recuperar adhesión ciudadana. Los veremos el 26.
Y es que tanto el
APRA como el Fujimorismo tienen intereses concretos en juego. Ellos
están empeñados en minar la estabilidad de este gobierno, no obstante
compartir su errática política económica y financiera. Cuando les hablan
de “cambios” en la gestión actual, ellos piensan en el rumbo
opuesto: no quieren el retiro del Ministro Castilla del Despacho de
Economía, sino más bien su designación como “Premier”, para que el señor
Velarde -el actual titular del Banco Central- lo suceda en el
portafolio de Junín, y así el Fondo Monetario afirme aún más su control
sobre nuestra economía.
Gracias a la
orientación del MEF, el “ajuste” neo liberal sigue boyante en el país.
Dicen los que saben que si bien gastó alrededor de mil millones de
dólares en la implementación de la “reforma educativa” que alienta;
gastará ahora 2,300 millones de dólares -es decir, casi seis veces más-
en la adquisición de armas; e invertirá algo más de 8 mil millones de
dólares para proteger a los exportadores, y “salvar” al dólar de una
nueva devaluación.
Sumadas ambas
cantidades se tiene más de diez mil millones de dólares que bien podrían
usarse para aliviar la pobreza extrema, mejorar la salud, desarrollar
infraestructura educativa, alentar la cultura, promover la integración,
mejorar los salarios de los más necesitados, reajustar pensiones.
Incluso, construir obras de largo aliento, y proyectos energéticos. El
gaseoducto del sur andino o refinerías para cobre o petróleo, podrían
ser materia del interés del Estado con esas sumas que hoy se derivan a
engordar a sectores tradicionalmente bien nutridos.
Como ni a los
áulicos de García ni al fujimorismo les interesa el país ni el pueblo;
ellos no se sumarán a un Paro que demande la salida de Castilla; sino
que alentarán el descontento que allí se exprese para llevar agua a su
propio molino: buscarán fortalecer a Castilla debilitando aún más la
precaria resistencia que este pudiese encontrar en esferas oficiales.
Por eso hablan de la “confianza” a la inversión extranjera, de las
“garantías” para el capital, del “apoyo” al empresariado como carencias
de la gestión actual.
Acaba de ocurrir que una empresa española que obtuvo jugosos beneficios durante el gobierno de García, lo ha nombrado ahora “asesor de alto nivel para sus inversiones”.
Si con ese nuevo cargo el señor García es requerido por conocidos
latrocinios, se dirá que se “hostiliza” a los representantes de los
inversionistas y se “genera desconfianza” en ellos. Y si García -como lo
ha hecho ya- se proclama candidato presidencial para el 2016, podrá
argüir “persecución política” si continúan las actividades de la Mega Comisión que tiene en sus manos la investigación de sus truhanerías.
Bien podría
decirse que algo de eso ha aprendido el señor Toledo, que también se
proclamó “candidato presidencial” para el 2016. Pero también es claro
que más allá de los turbios enjuagues de Ecoteva y su suegra, el tema
del señor Toledo resulta agigantado por los grandes medios para ocultar y
empequeñecer al extremo el caso García, en procura -como se dice aquí-
que “pase piola”.
Esos grandes medios -a la cabeza de los cuales se sitúa el Komercio; sí, con K de Keiko-
son los que ponen la agenda en el país, los que deciden quién es
culpable o inocente, quién debe ser investigado y quién puede salir en
libertad.
Y esos grandes
medios están a la ofensiva en todos los planos porque buscan que la
contienda presidencial del 2016 catapulte para una segunda vuelta
electoral precisamente a Keiko y a García. Aspiran de todo
corazón a que los peruanos tengamos que vernos forzados a optar por la
hija del chinito de la yuca, o por el Patrón del Mal. Ese escenario nos
ofrecen.
Es claro -ya lo dijo alguien antes- que si eso ocurriera, preferiríamos votar por Ali Baba. Por lo menos, sabríamos que sólo 40 serían los que roben.
Una acción
trascendente de lucha como un Paro Nacional, no podría ser ajena a una
realidad como la que reseñamos, y que se proyecta como el peligro principal que
se cierne sobre el conjunto de la sociedad peruana, en un contexto en
el que el señor García y el Fujimorismo se constituyen como el
instrumento más directo del enemigo fundamental de nuestra patria: la
oligarquía nativa y el Imperialismo.
Una clase que perciba estos fenómenos y se internalice en ellos, podrá cumplir su papel. Por el contrario -decía Mariategui- “un
proletariado sin más ideal que la reducción de las horas de trabajo y
el aumento de los centavos del salario, no será nunca capaz de una gran
empresa histórica”
En la víspera de
una jornada como la del 26 de septiembre, las fuerzas de vanguardia
tienen el deber de asegurar que los trabajadores en lucha no se pierdan
en especulaciones de poca monta y discutible sentido. Y se afirmen más
bien en la lucha por sus grandes ideales, es decir, por quebrarle el
espinazo a la estructura de dominación vigente y abrir las rutas del
futuro alentando la fuerza del pueblo y la independencia de clase de los
trabajadores. (fin)
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