Escribe:
Dante Bobadilla Ramírez
(Psicólogo
cognitivo, derecha liberal
y
políticamente incorrecto.
Alejandro Toledo
es lo más cercano que hay a Jean Baptiste Grenouille. Nació en la miseria pero
gracias a su formidable olfato tuvo la habilidad de una rata para escapar del
infortunio y encontrar sustento. Hábil para arrimarse a quien puede darle algo,
supo encontrar ayuda y trepó la pendiente de su existencia hasta llegar a
niveles que para el común de los mortales resulta imposible. La mayor habilidad
de Alejandro Toledo es sin duda saber obtener provecho de las maneras más
insospechadas, utilizando cualquier recurso, incluso su extracción social, su
origen andino y hasta su "cacharro". Hoy es una piedra en el zapato
del Perú debido a sus intromisiones en la política, con ese constante afán de
ganarse alguito y figurar en la estampita. Su lenguaje confuso y contradictorio
está siempre muy cerca del embuste y la mentira.
La primera vez
que lo vi, a fines de los 80, Toledo estaba delante del mostrador de una
aerolínea, en plena sala de embarque, casi rogándole a la empleada mientras
detenía la fila de los que nos embarcábamos en un avión al Cuzco. Ante las
protestas de los pasajeros tuvo que hacerse a un lado. Cuando pasé junto a él
le oí suplicar: "por favor, llame a Relaciones Públicas, me han dicho que
tienen un pasaje de cortesía". Cuando ya todos estábamos en el avión algo
parecía andar mal porque no nos movíamos. De pronto se abrió la puerta del
avión y entró Alejandro Toledo, sonriente, feliz, con su típica facha de
siempre: mocasines, blue jean, saco y camisa sin corbata. Me saludó y se sentó
a mi lado. Se había salido con la suya y viajaba gratis. Durante el viaje no paraba
de molestar a la azafata pidiéndole cosas. Ya desde ese momento empecé a
detestarlo.
A pesar de que
su campo es básicamente la administración de recursos humanos, en los 80
Alejandro Toledo se hizo fama de economista y en cada alza de precios del gobierno
de Alan 1.0 los medios lo buscaban para entrevistarlo. Sus respuestas eran
siempre las mismas: "Me preocupa el efecto social de las medidas".
Luego en los 90 su nombre estaría cada vez más vinculado a escándalos de todo
tipo, como el del caso CLAE, donde apareció como asesor de Carlos Manrique,
siendo luego, junto con su hermano Luis, de los pocos afortunados que
recuperaron su dinero de la gran estafa.
A mediados de
los 90 logró fundar un partido de la noche a la mañana, en una época en que las
leyes exigían cifras astronómicas de firmas. Desde entonces lo persiguió el
escándalo de las firmas falsas, que nunca se esclareció. En un país donde ya es
una afición judicial escarbar casos de los 80 como el del Frontón o el comando
Rodrigo Franco, el escándalo de las firmas falsas de Toledo se ocultó
eficazmente bajo la alfombra del olvido. Pero se sabe bien que esas firmas se
las dio el mismísimo Vladimiro Montesinos como parte de una estrategia montada
en el SIN para fragmentar a la oposición en las elecciones del 95. Cosa que
Toledo hizo de maravilla pues logró hacerse nombrar a toda costa candidato
presidencial de la oposición sin ser nadie. Los resultados lo confirmaron al
darle apenas el 3.5% de los votos.
La noche del 17
de diciembre de 1996 Alejandro Toledo estaba presente -¡como no!- en la
residencia del embajador japonés cuando fue asaltada por comandos del MRTA. Sin
embargo su suerte y olfato le permitieron salir de allí en el primer
contingente liberado. De todos modos su conducta al interior de la embajada en
los pocos días que estuvo de rehén ha sido reseñada por varios testigos,
quienes narran la forma vulgar en que Toledo se birlaba los pocos alimentos que
llegaban, además de su conducta rastrera ante sus captores. Los pormenores
están bien narrados en los libros que se han ocupado de ese suceso. Véase por
ejemplo "Secretos del túnel" de Umberto Jara con los testimonios de
Sandro Fuentes y otros rehenes.
En 1998
Alejandro Toledó protagonizó un escándalo de sexo, alcohol y drogas en el ya
famoso Hostal Melody. Su francachela de tres días salió a la luz cuando Eliane
Karp llamó a la policía para denunciar su desaparición. Al hacer el seguimiento
de su tarjeta de crédito, la policía encontró a Alejandro Toledo calato con
cuatro putas y una mesa repleta de botellas de whisky. No se alcanzaba ver lo
demás. Estos hechos están bien documentados y hay varios testigos. Lea el caso
aquí.
Eliane Karp
recién se había reincorporado sorpresivamente a la sociedad conyugal luego del
divorcio y de diez años de separación. Lo hizo apenas se enteró de las
aspiraciones presidenciales de su ex marido. Sin embargo, al volver desconocía
las costumbres que Alejandro había adquirido en su ausencia. Por eso ante su
repentina desaparición no dudó en hacer la denuncia policial. Dicen que fue
nuevamente Vladimiro Montesinos el que acalló el escándalo ante la prensa. Sin
embargo, el episodio se hizo público durante la campaña del 2000. Fue allí
cuando Toledo inventó el cuento del secuestro por agentes del SIN. No se lo
creyó nadie. Ni Elián Karp, pero ambos formaron una pareja perfecta en cuanto a
intereses, ambiciones y mentiras.
En la campaña de
la "Marcha de los Cuatro Suyos" Alejandro Toledo se agenció un millón
de dólares donados por George Soros como apoyo a su movimiento, pero no gastó
ni cien mil en la marcha, por lo que la gente tuvo que soportar los gases
lacrimógenos sin las máscaras ofrecidas. Poco después logró su sueño más
preciado al ganar la Presidencia de la República básicamente porque Vladimiro
Montesinos le había limpiado el panorama eliminando políticamente a Andrade y
Castañeda mediante la prensa chicha, y porque la gente quiso evitar el regreso
de Alan García. Fue el momento de la gloria para este personaje de cómic.
Posando con su vincha y ademanes de salvador de la patria, patentó para la
historia la palabra que sería su marca personal: "carajo". Por ese
entonces ya se sabía que Alejandro tenía una hija negada y la siguió negando
con descaro y poca hombría. Sería su entorno presidencial quienes lo forzaron a
admitirla. Entonces apareció en la TV con su mejor cara hipócrita y cínico para
decirle al país que había ganado una hija.
Ya de
presidente, Alejandro Toledo y su primera dama instauraron la huachafería como
distintivo. Empezó con una estrambótica juramentación en Machu Picchu y el
posterior izamiento de la supuesta bandera del Tahuantinsuyo en Palacio, un
bodrio multicolor que flameó durante sus cinco años de gobierno. Su gestión fue
única: empezaba a despachar después de las diez de la mañana y llegaba una o
dos horas tarde a todos sus compromisos, haciendo famosa su "Hora
Cabana". Sus primeros viajes en el avión presidencial eran escoltados por
dos cazas MIG para ser recibido en todo lugar con una infaltable banda de
músicos. Instituyó además su descanso quincenal en Punta Sal, haciendo del
whisky etiqueta azul la bebida oficial, y usando siempre sus dedos para
servirse el hielo.
El acto que
mejor retrata lo que fue su gestión se produjo el día en que se llevó al
gabinete ministerial en pleno al aeropuerto para recibir a su esposa, quien
regresaba después de huir presa de uno de sus típicos arranques de histeria en
un pleito conyugal de faldas. Poco faltó para que recibieran a Eliane con la
guardia de honor formada en fila. Y cómo olvidar el día en que recibió a los
reyes de España y saludó a su Majestad, la Reina Doña Sofía de Grecia, con un
palmoteo en la espalda. Tampoco dudó en ir a visitar a "su amigo"
Bill Gates volando hasta Seatle en el avión parrandero, para esperar una hora
en la antesala antes de ser recibido por media hora. A su regreso dijo que
había llegado a importantes acuerdos para su Plan Huascarán.
Esa fue la época
en que los funcionarios públicos lucían como currículum puestos en el mercado y
gestión de carretillas de anticuchos. Fue un gobierno débil y sin carácter que
se dejó atarantar por las movilizaciones organizadas por la izquierda. Las
regiones se sublevaban y Toledo se apresuró a someter a referendum una
regionalización que fracasó. Luego creo los feudos regionales que hoy tenemos. Ante
las asonadas callejeras a Toledo no le quedó más salida que instaurar el
diálogo como estrategia. La fila de los invitados a la mesa de diálogo salía de
Palacio y cruzaba el Rímac. De allí salió el famoso Acuerdo Nacional, que no
era más que un mamotreto lleno de retórica donde todos pusieron lo que les vino
en gana para firmar. Fue la mejor manera de capear el temporal. Gracias a esa
maniobra Toledo pudo seguir gobernando y evitó que lo echaran.
Toledo continuó
con el ridículo proyecto iniciado por Paniagua a instancias de la caviarada y
montó la "Comisión de la Verdad y Reconciliación". Ya sabemos que
nunca sirvió para conocer ninguna verdad y menos para la reconciliación. No fue
más que un negociado de las ONGs de izquierda y un proyecto destinado a lavarle
la cara a Sendero Luminoso y a la izquierda peruana en su conjunto, echándole
toda la culpa de la violencia a la pobreza. Luego dio inicio a la persecución
de militares y al desprestigio de las FFAA, además de someterse a la CIDH y
otorgar reparaciones y homenajes a los terroristas. De paso se descuidó la
defensa nacional enarbolando la estúpida política unilateral del desarme.
Toledo cayó
también en la tradicional costumbre peruana de desmontar lo hecho por el
gobierno anterior. Así fue como inició la reposición de trabajadores que habían
sido despedidos durante el régimen de Fujimori con el objetivo de reestructurar
el tamaño del Estado. Habría que recordar que durante el gobierno aprista del
85-90 el Estado se llenó de burócratas hasta el techo. Otros salieron porque se
cerraron empresas públicas. Pero todos los despedidos fueron convenientemente
compensados. Sin embargo, el gobierno de Toledo inició la inicua tarea de
reponer a estos trabajadores en puestos y empresas que ya no existían y pese a
que ya habían cobrado sus beneficios de ley. Pero además, Toledo incrementó la
burocracia creando más de doscientos organismos públicos inútiles. Se le dio
por crear una "Comisión Nacional" para cada problema. Así aparecieron
la CONAJU, CONAPA, CONADIS, CONASI, etc. Además fue la feria de leyes ridículas
con nombres rimbombantes.
Su gobierno tuvo
la suerte de que los precios internacionales de los minerales empezaron a subir
frenéticamente. El oro pasó de 380 a 1800 dólares. Gracias a que ya estaban en
explotación los proyectos mineros iniciados en los 90 como Barrick, Pierina y
Yanacocha, el Perú pudo aprovechar esta alza de precios y hacer caja. Esto le
permitió a Toledo acabar su gestión con un saldo económico favorable. Pero no
fue ningún mérito suyo.
Su actuación en
la última campaña electoral no pudo ser más patética. Al verse primero en las
encuestas se creyó dueño del poder y convocó a su gabinete y hasta empezó a
mostrarlo. Cuando Ollanta lo desplazó en las encuestas, dio una conferencia de
prensa para advertirle al país el gravísimo peligro que Humala representaba.
Invocó a la sabiduría y rogó para que no se diera un salto al vacío votando por
Ollanta. Derrotado ya en las elecciones despotricó como una mujer despechada
contra PPK, su ex aliado y ex premier de su gobierno. Luego corrió de inmediato
a ofrecer su apoyo Ollanta Humala con el eterno pretexto de apoyar la
gobernabilidad, siguiendo las viejas y malas artes de otro trepador de igual
pelaje: Fernando Olivera.
En estos días
vemos los apuros por los que pasa este personaje de comedia con el lío de sus
cuentas y compras inmobiliarias millonarias a nombre de su anciana suegra. Una
comedia de enredos que tiene a todo el entorno judío que lo apañó desde siempre
como una mafia siciliana. El escenario exhibe el perfil de la cosa nostra. Pero
nada es más vergonzoso que ver a esa gusanera congresal que tiene hoy el Perú
ofreciendo su protección a esta alimaña de la política nacional. En este país
ya nadie, absolutamente nadie puede colocarse la máscara de un "luchador
contra la corrupción", ni siquiera para una fiesta de carnavales.
fecha: 11 de septiembre de 2013 21:57
asunto:
Alejandro Toledo: "vida y milagros"
enviado por: gmail.com
firmado por: gmail.com
Nota.-
El
14 de agosto de 1924 JCM escribió:
Los
ensayos de interpretación de la historia de la República que duermen en los
anaqueles de nuestras bibliotecas coinciden, generalmente, en su desdén o su
ignorancia de la trama económica de toda política. Acusan en nuestra gente
una obstinada inclinación a no explicarse la historia peruana sino romántica
o novelescamente. En cada episodio, en cada acto, las miradas buscan al
protagonista. No se esfuerzan por percibir los intereses o las pasiones que
el personaje representa. Mediocres caciques, ramplones gerentes de la
política criolla son tomados como forjadores y animadores de una realidad de
la cual han sido modestos y opacos instrumentos. La pereza mental del criollo
se habitúa fácilmente a prescindir del argumento de la historia peruana: se
contenta con el conocimiento de sus dramatis
personae.
|
Se puede notar
la diferencia en poner el acento en la trama
económica de toda política y poner el acento en el conocimiento de sus personajes.
La presente
descripción de Toledo es verídica. Y es una página para la historia. Pero para
la historia de nuestra realidad superficial, no de nuestra realidad profunda.
Terminará durmiendo en los anaqueles de nuestras bibliotecas.
De
una expresión de Hegel se extrae que “cada pueblo tiene el gobierno que se
merece” Entonces, todo pueblo desorganizado tiene el gobierno que se merece
Si
Toledo figura en la Relación de Presidentes de nuestro país, como uno más de
tantos, ¿acaso no fue elegido en “elecciones limpias y democráticas”? Sus
votantes se sintieron “representados”, y al poco tiempo “defraudados” ¿Y la
derecha? Muerta pero de la risa. Y así, proceso electoral tras proceso
electoral repetidos hasta el cansancio.
Mientras
no salgamos de la descripción de los figurines y figurones de nuestra realidad
política, mal podremos llegar a la conclusión de que “En este país ya nadie,
absolutamente nadie puede colocarse la máscara de un ‘luchador contra la
corrupción’, ni siquiera para una fiesta de carnavales”
Muy
cierto: ni siquiera para una fiesta de
carnavales.
Ragarro
17.09.13
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