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SANGRIENTA DICTADURA ABOGA POR LA LEGALIDAD IRREAL
Carlos Angulo Rivas
El
reconocimiento de Dina Boluarte en la presidencia de la república es
indispensable para la dictadura cívico-militar, éste ha sido una
búsqueda en el día a día con la finalidad de afianzar el gobierno nacido
con el Golpe de Estado. En realidad, en seis meses no han logrado tal
reconocimiento legal del régimen de facto, a pesar que los políticos
falsarios, congresistas y la prensa parametrada de la oligarquía,
remarquen la continuación de la “democracia y el Estado de Derecho”
que, no obstante, tiene 80% de la ciudadanía en contra y apenas 4% de
aprobación del Congreso. Son muy pocos quienes defienden la tesis de la
legalidad del gobierno de Dina Boluarte, sostenido imperativamente por
el Congreso ilegítimo, el empresariado nacional e internacional y la
Fuerza Armada, peor aún cuando la muestra es tan negativa como el
retroceso económico y la violación de los Derechos Humanos con más de 70
muertos, cerca de 1500 heridos de bala, cientos de detenidos
ilegalmente, y hasta desaparecidos; “legalidad” que no puede continuar
de manera impune a pesar de la AMENAZA solapada de Dina Boluarte,
retando a las manifestaciones en su contra mediante la
pregunta-intimidante ¿cuántos muertos más quieren? le faltó agregar el
peruanísimo ¡carajo! Pero, nos preguntamos ¿por qué interesa tanto
defender la “legalidad democrática” de esta dictadura?
Quebrada
la constitución y las leyes debido al Golpe de Estado, la “legalidad”
forzada sirve a la dictadura de manera fundamental porque usurpando el
gobierno la usa para hacer pasar por el aro a la ciudadanía casi siempre
respetuosa de la ley; la gente percibe a medias el uso de una legalidad
dominada por el régimen, es decir por la ley de los golpistas en favor
de una ínfima minoría ciudadana sobre el Perú entero. Este logro de
ilegalidad constante cuenta con el sistema judicial subordinado al poder
político, allí los jueces se lavan la manos en casi todas las
audiencias y cuando NO cometen PREVARICATO de manera descarada como lo
hace el "tremendo juez supremo" César San Martín Castro. Motivos por los
que la confrontación política del pueblo versus dictadura se encuentra
en el punto culminante de rebelarse contra la obediencia a un
ordenamiento jurídico arbitrario, despótico y soberbio. La rebelión de
la humanidad ante las leyes inaceptables e ilícitas está inscrita en la
historia; por ejemplo, antes la esclavitud era legal; la educación
cristiana (catequización) era obligatoria; todavía en 72 países del
mundo la homosexualidad es un delito penado por ley y en 8 se castiga
con la pena de muerte; la sumisión de la mujer al marido era legal; las
mujeres y los analfabetos estaban prohibidos de votar en el Perú; el
derecho al divorcio no existía; sin la revolución francesa seguirían las
monarquías absolutistas; en fin, sin evolución humana y cambios
político-sociales en el tiempo nos hubiésemos quedado en la Edad Media. Y
conste que todas la reivindicaciones logradas empezaron por no acatar
las leyes ajenas a un Pacto Social.
Sólo
los energúmenos y cavernarios del Congreso, hoy ilegítimo, remarcan que
la constitución fujimorista es de vida eterna y no debe ser cambiada a
pesar de ser obsoleta, trasnochada y dañina para el país, promotora de
la venta-traspaso de los recursos naturales y de la corrupción impune
protegida. La crisis política de desconocimiento de la dictadura y
enfrentamiento de la población a ella, ha ingresado a un callejón sin
salida, lugar donde históricamente se producen los cambios
revolucionarios. Los primeros seis meses de usurpación del gobierno han
sido una calamidad devastadora aunque Dina Boluarte haya inventado una
falsía excesiva, cuando a manera de auto-elogio dice: “Hemos logrado la
calma y el sosiego. Se ha recuperado el Estado de Derecho y la
democracia” aquí la única aclaración es ¿para quién es ese supuesto
logro? obvio para la CONFIEP, los funcionarios mafiosos, las grandes
empresas nacionales y transnacionales, pues todos los ciudadanos que
sobran son catalogados de segunda clase de acuerdo a Alan García. La
frase declarativa de Dina Boluarte insiste en valoraciones artificiales
en defensa de la “legalidad” de su gobierno no reconocido por el 80% de
los ciudadanos.
Por
lo expuesto, hacerle caso al Congreso, a sus leyes, a sus comisiones, a
sus miembros, a sus asesores, a sus ujieres, resulta bastante estúpido.
Ya que hacerle caso a este Congreso es darle vida a un organismo
moribundo desconocido por el 92% de la población. La usurpación del
poder del Estado previa, destitución irregular e ilegal del presidente
Pedro Castillo, nos lleva a ser coherentes porque nadie debe obediencia
ni respeto a un gobierno usurpador; sin embargo, la dictadura trata
legalizarse a cada momento de espaldas al sentir popular, valiéndose de
maniobras legalistas a partir de ejercer un mandato inconstitucional.
Todas las diligencias programadas por el Congreso deberían ser ignoradas
por la oposición a la dictadura; de lo contrario se le hace el juego a
los golpistas, a la perversidad política de los fuji-fascistas y a
quienes apoyan a los maleantes y delincuentes del Estado Mafioso. Los
congresistas con apenas 4% de apoyo de la población no deben realizar
cambios a la constitución, más bien deberían tomar consciencia de la
situación política, social y económica del país e investigar el por qué
del rechazo casi unánime de los ciudadanos hacia a ellos. Al final de
cuentas la profunda crisis política se debe resolver yendo a elecciones
de una Asamblea Constituyente con un gobierno provisional transitorio o
de lo contrario habrá una salida militar cercana a la guerra civil.
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