Así
como la flor más linda es aquella que florece en la ventana de una
humilde obrerita, así también es más hermosa la canción creada
por los hijos del pueblo que transmite el sufrimiento de los pobres,
y la necesidad de cambiar a las sociedades opresoras e injustas.
La
voz de Vilma grabada en un cd, en las vísperas de su fatal partida,
nos transmite canciones de hondo contenido humano y político (en la
más elevada concepción de esta devaluada palabra) y tiene la virtud
de ser sincera, franca, sin afectadas impostaciones, ni artificiosas
modulaciones, tal como fuera ella en vida.
Escuchándola
con devoción se siente la imperiosa necesidad de seguir su ejemplo
de combativa y luchadora social que tuvo por gloria la de ser llevada
al campo santo en hombro de un mar de flores, de retamas, que
coreaban su nombre incorruptible; que vivió la gloria de ingresar a
su final descanso cantando, bailando; que sintió la gloria de ser
elevada casi hasta las nubes por los fuertes brazos del pueblo ante
la tumba que acogedora y cariñosa la esperaba; que su gente:
humildes madres de familia y trabajadores no olvidará la gloria de
haber caído cuando, como era su costumbre, viajaba para ponerse al
servicio de las causas justas y nobles por las que lucha el pueblo al
que ella supo servir de todo corazón.
Sus
canciones, por eso, tienen el ritmo, cadencia y fuerza de las
consignas y slogans que tantas veces coreara en mítines y
manifestaciones populares a su paso por calle, plazas, puertas de
instituciones que le cerraban sus puertas y bolsillos.
José
Antonio Sulca E.
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