YOLAIDY MARTINEZ
– Revelaciones sobre el uso como cobayas de mil 300 niños y adultos aborígenes
desnutridos en experimentos alimenticios ilustran algunos de los pasajes
oscuros de Canadá y sus escuelas residenciales, donde muchos originarios
estuvieron años segregados para ser “civilizados”. (Foto)
El historiador Ian Mosby desveló
recientemente cómo investigadores del Gobierno y de Estados Unidos durante una
década probaron en humanos sus teorías sobre la relación entre las dietas
básicas y lo que llamaban el “problema indígena”.
Por esa época se consideraba la pereza,
la indolencia, la imprevisión y la inercia como “rasgos inherentes” de las
Primeras Naciones, como se le denominan a las diferentes etnias nativas del
país norteamericano.
Según el informe de Mosby, titulado “La
administración de la Ciencia Colonial”, los expertos visitaron en 1942 una
comunidad Cree de la provincia de Manitoba donde prevalecía una crisis
alimentaria producto de la postguerra, la falta de apoyo federal y la caída de
los comercios.
El equipo -liderado por el entonces
Superintendente de Servicios Médicos de Asuntos Indígenas, Percy Moore, y el
nutricionista Frederick Tisdall- decidió aislar a esa población para someterla
a ensayos de diferentes dietas, en vez de solucionar los problemas detectados.
Los primeros exámenes comenzaron ese
mismo año e incluyeron la aplicación de suplementos vitamínicos a 300
individuos para observar los efectos causados por la presencia o ausencia de
los mismos en el cuerpo humano.
Luego se extendieron los estudios en
1947 a mil niños indígenas con deficiencias nutricionales de seis escuelas
residenciales de Port Alberni (Columbia Británica), Kenora (Ontario)
Shubenacadie (Nueva Escocia) y Lethbridge (Alberta).
Algunos infantes fueron sujetos
involuntarios de tests a base de leche, vitaminas, suplementos de hierro y
yodo, entre otros elementos, mientras otro grupo continuó mal alimentado y sin
asistencia odontológica por temor a que los tratamientos bucales afectaran los
resultados de las pesquisas.
Mosby denunció que los experimentos solo
tuvieron como fin impulsar las carreras de los investigadores en “una etapa de
incertidumbre científica” y no modificaron las condiciones que dieron lugar al
hambre y a la desnutrición de los originarios.
“Esto demuestra a los canadienses la
mentalidad de la Administración respecto a las Primeras Naciones durante este
período. Parece que nada bueno salió de los estudios en términos de
conocimiento científico”, dijo a periodistas.
Las revelaciones del intelectual
desataron una polémica en Canadá y conllevó a establecer comparaciones con
prácticas inhumanas realizadas bajo el fascismo alemán en la misma época, pleno
apogeo de la Segunda Guerra Mundial.
“Fue igual que los nazis. Hay una
minoría étnica. Hay actitudes coloniales. Estas son las personas más
vulnerables que pueden ser aisladas y “ayudar” a los científicos, ya que no son
capaces de negarse”, dijo Arthur Shafer, director del centro de ética
profesional en la universidad de Manitoba.
Mientras, el profesor universitario
Niigaanwewidam James Sinclair -cuyos parientes también fueron sometidos a
pruebas nutricionales- afirmó que el número de los afectados es probablemente
mucho mayor.
Líderes indígenas exigieron una
respuesta federal urgente al tema y también soluciones a los problemas actuales
de asistencia alimentaria de la población autóctona.
“Nuestros ancestros se convirtieron
literalmente en ratas de laboratorio en las pruebas más desmedidas y
terribles”, denunció Shawn Atleo, jefe de la Asamblea de las Primeras Naciones,
tras demandar a Ottawa entregar todos los documentos que contengan evidencias
de ese y otros tipos de abusos.
Al principio, el Estado mostró
“sorpresa” por el informe de Mosby y dijo que investigaría el caso sin permitir,
hasta el momento, el acceso a los registros experimentales.
Pero la cadena CBC sacó a la luz
evidencias sobre el conocimiento del Gobierno de los estudios.
Ese medio de prensa obtuvo los
documentos de un comité de la Cámara de los Comunes que en 1944 aceptó la
solicitud de los científicos para seguir adelante con los trabajos.
El propio ministro de Asuntos
Aborígenes, Bernard Valcourt, confirmó a la CBC que las pruebas tuvieron lugar
en las escuelas residenciales, centros dirigidos por el Gobierno y la Iglesia,
y acusadas de tortura, abuso psicológico y físico a niños nativos internados en
contra de su voluntad y las de sus familias.
Valcourt incluso calificó los ensayos
como “ejemplos repugnantes de las páginas oscuras” de dichas instituciones, las
cuales funcionaron desde 1883 a 1990 con el fin de “educar” a 150 mil menores
reclutados en los usos y costumbres de la sociedad occidental.
Según cifras del Estado, en las escuelas
residenciales murieron al menos 50 mil alumnos a causa del mal tratamiento de
enfermedades como la gripe y la tuberculosis, así como de accidentes y
maltrato.
Dicho proyecto generó un trauma social y
personal porque a los menores se les obligaba a trabajar entre 10 y 12 horas
diarias sin recibir remuneración alguna ni alimentación adecuada.
La noticia sobre las experimentaciones
se sumó a una serie de controversias surgidas entre el sector aborigen y el
Estado canadiense por la mala gestión federal a problemáticas que golpean la
población nativa como los altos índices de desempleo, las desigualdades
socioeconómicas y la pobreza.
“A lo largo de la historia, las Primeras
Naciones han sido tratadas como objetos, como cosas para usar (…) Incluso hoy
en día somos considerados ciudadanos de segunda clase. Esto es triste”, dijo la
activista indígena Vivian Ketchum, cuya madre fue víctima de los tests y sufrió
muchos problemas de salud relacionados con la desnutrición.
Se espera que el tema de los
experimentos sea analizado por funcionarios de Naciones Unidas que en 2014
visitarán el país norteamericano.
El relator especial de la ONU sobre los
derechos de los pueblos indígenas, James Anaya, y otros expertos deben revisar
la atención del Gobierno a los originarios en esferas como el acceso al agua
potable, la vivienda y la educación, además de las gestiones para resolver los
casos de mujeres y niñas desaparecidas y asesinadas.
Comentario 1
Jorge
Urrea Lorenzini
18/08/2013
10:59 PM
No olvidar tampoco, los experimentos
sobre sífilis en Guatemala tuvieron lugar entre los años 1946 a 1948, dentro de
un programa patrocinado y ejecutado por el gobierno de Estados Unidos en
Guatemala. Fueron experimentos con humanos en los cuales médicos, generalmente
estadounidenses, infectaron mediante inoculación directa y sin consentimiento
ni conocimiento de las víctimas -ciudadanos guatemaltecos, entre ellos
soldados, reos, pacientes psiquiátricos, prostitutas e, incluso, niños en
orfandad-, sífilis y otras enfermedades venéreas como gonorrea, para comprobar
la efectividad de nuevos fármacos antibióticos como la penicilina y otros
tratamientos.
Los experimentos los impulsó en su
totalidad la Secretaría de Salud Pública del gobierno federal estadounidense, por
medio del médico John Charles Cutler, quien también participó en otra
experimentación con seres humanos en Alabama, Estados Unidos, en el conocido
Experimento Tuskegee entre población afroamericana. Precisamente, la
información respecto al experimento en Guatemala, se descubrió en los archivos
del caso Tuskegee. Se calcula que más de mil quinientas personas fueron
infectadas.
La profesora de historia médica Susan
Reverby, del Wellesley College, descubrió archivos del difunto doctor John
Cutler. Los resultados de la investigación aparentemente nunca fueron
publicados. Al parecer, la investigación fue financiada con una beca de los
Institutos Nacionales de Salud a la Oficina Sanitaria Panamericana, hoy
conocida como la Organización Panamericana de la Salud. No se hallaron, en los
documentos, pruebas de que los afectados tenían consciencia de las
consecuencias y de hecho, muchas personas fueran engañadas sobre lo que se les
estaba haciendo, según datos en los archivos. El gobierno guatemalteco de la
época otorgó permiso para realizar la investigación, como también consta en los
documentos. No ha sido comprobado si la presidencia de la República de
Guatemala consintió los hechos.
Durante los experimentos, se utilizó
preferentemente a prostitutas enfermas de gonorrea o sífilis para contagiar a
individuos privados de libertad, soldados o pacientes de manicomios. Al
comprobarse que eran muy pocos los hombres que se habían contagiado, se pasó a
la inoculación directa, inyectando la bacteria de la sífilis en el pene, el
brazo o la espalda de las víctimas. Médicos estadounidenses, por otra parte,
reconocieron la falta de ética al experimentar con seres humanos. Cutler, por
tanto, expresó que para la realización del experimento sin impedimentos, se
debía mantener reserva. Esto hace deducir, sobre todo por las sugerencias de
discreción entre las autoridades locales, que el gobierno de Guatemala no
conocía completamente las interioridades de la situación. Hay testimonios y
pruebas de que también niños huérfanos, alojados en el hogar “Rafael Ayau” de
la Ciudad de Guatemala, fueron contagiados.2
Sobre todo, se estudiaba el desarrollo
de las enfermedades venéreas en periodos prolongados de tiempo, sin ofrecer
tratamiento alguno a los infectados para analizar el desarrollo de la
enfermedad. No hay datos precisos sobre las identidades de las víctimas ni, lo
más importante, un cuadro clínico completo de éstas, aunque sí hay algunas
referencias personales de los pacientes y alusiones médicas que permiten
determinar que hubo al menos una persona fallecida por un ataque epiléptico
durante la experimentación.1
En octubre de 2010, el gobierno de Estados
Unidos reconoció los sucesos, que consideró abominables y gravísimos, y se
disculpó públicamente por éstos, con una inusual excusa presentada por la
secretaría de Estado al pueblo guatemalteco. Junto con el reconocimiento de
culpabilidad, Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, sostuvo
comunicación telefónica con el presidente guatemalteco Álvaro Colom, expresando
su profundo pesar por lo sucedido y pidiendo perdón. En Guatemala, la opinión
pública ha considerado los hechos como un crimen de lesa humanidad. Se
desconoce el número de víctimas sobrevivientes que podría haber en la
actualidad. Un médico guatemalteco que conoció los eventos,3 así como una mujer
anciana que siendo menor de edad fue contagiada en un orfanato, han rendido
declaraciones públicamente.4
Los Estados Unidos acotó que en la
actualidad, los reglamentos que gobiernan la investigación médica en seres
humanos financiada por Estados Unidos prohíben este tipo de violaciones atroces
y se afirmó que se está realizando una profunda investigación al respecto,
“estamos iniciando una minuciosa investigación con respecto a los detalles de
este caso de 1946… A medida que avanzamos para comprender mejor este atroz
suceso, reiteramos la importancia de nuestra relación con Guatemala y nuestro respeto
por su pueblo, así como nuestro compromiso con las normas éticas más exigentes
en la investigación médica”, según un comunicado oficial del gobierno
estadounidense.
Comentario 2
Fernando
18/08/2013
1:09 AM
No solo realizo experimentos sino que
invade países como Afganistán, con el pretexto de desactivar bombas nucleares y
que no encontraron nada.
Quizás
no se estén haciendo experimentos, pero si se produce genocidio en nuestro país
de parte de las empresas de estado unidos, que explotan las minas y producto de
ello existe gente contaminada de los minerales, destruyendo grandes áreas de
cultivo y que al pasar de los años la agricultura en nuestro país va
desaparecer y tendremos que importar y que ahora somos exportadores.
de: prometeoamerica@aol.com a través de
yahoogroups.com
responder a: Nicaragua_Socialista@yahoogroups.com
para: prometeoamerica@aol.com
fecha: 19 de agosto de 2013 01:02
[PAZ con
DIGNIDAD] 8/18/2013 : CONTRAINJERENCIA
lista de distribución:
Nicaragua_Socialista.yahoogroups.com
enviado por: returns.groups.yahoo.com
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Publicado el 8/17/13
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