Posted by Correo Semanal on martes, febrero 05, 2008
VILMA ORTEGA QUISPE
05 Febrero 1961 – 12 Agosto 2005
Entre olvidos y lloros, el pueblo ayacuchano se levantó y se puso a caminar con dirigentes de pensamiento y acción. He ahí a VILMA ORTEGA QUISPE.
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Ahora nosotros, debemos ser dignos de tener el honor de recibirla y emular su ejemplo de lucha por el RESURGIMIENTO DEL PERU.
En
Ayacucho, tierra fértil donde se germinan hechos gloriosos y figuras
heroicas, amarillito y amarilleando está la flor de la retama ante el
nacimiento prematuro a la inmortalidad de Vilma Ortega Quispe.
La
muerte, indefectiblemente llega a todos. Sin embargo, ésta puede tener
el peso de una montaña o el peso de una pluma. En efecto, cuando el
hombre destaca en las duras jornadas de luchas construyendo un nuevo
orden social, su muerte pesa como una montaña. En cambio de los que se
entregan vergonzosamente al servicio de los enemigos de clase,
demostrando una posición oportunista, su muerte pesa como el de una
pluma.
Nuestra
compañera, Vilma Ortega Quispe, murió joven, muy joven, demasiado joven.
Pero a su temprana edad nos ha legado toda una escuela de lucha frontal
y sin reservas contra los enemigos del pueblo. Mucha razón tiene Omar
Meneses, cuando refiriéndose a la inolvidable Vilma Ortega Quispe,
precisa: “Trabajó indesmayablemente junto a su pueblo. Era muy joven
todavía: su etapa de preparación la vivió en condiciones de
confrontación militar y de dura represión, de persecuciones, asesinatos y
desapariciones. Sin embargo nunca se amilanó, pues conocía de cerca el
deber y la obligación de luchar por un mañana mejor”. He ahí en síntesis
el proceso de su formación que la estimuló templándola como el acero.
Vilma
Ortega Quispe fue una mujer que se ubicó bien en la realidad de su
pueblo y supo orientarse por el Camino de Mariátegui, trabajando con
espíritu afirmativo y gran capacidad para “mejorar el mundo que vivimos”
como bien lo recuerda Raquel, su compañera de lucha. Ella misma
incrementa sus testimonios anotando: “Te veo, Vilma en las innumerables
reuniones. Te veo haciendo carteles, te veo en las calles exigiendo
justicia, te veo en los talleres con tus madres, te veo movilizando a
las madres, te veo en algún panel opinando. Gracias Vilma por tu ejemplo
de mujer luchadora, de mujer entregada a una causa social. Gracias por
enseñarnos a vencer el individualismo”. Estas afirmaciones nos da cuenta
del rol cumplido por una dirigente con moral de productores que aplicó
con espíritu crítico una lucha contestataria, exigiéndose y exigiendo a
la colectividad para desarrollar con fe y entusiasmo la colaboración
solidaria. Algo más: Irradió y seguirá irradiando alegría y optimismo
con su canto de esperanza por un futuro promisor. Ella siempre estará
presente en las luchas por las reivindicaciones inmediatas de la mujer,
por el progreso de Ayacucho y por el Cambio Social.
Vilma
Ortega Quispe, ha tenido una vida humana, plena y venturosa. Como mujer
surgida de las entrañas del pueblo, con olor a hierba buena, concibió
como el maestro Germán Caro Ríos y don Máximo Cárdenas Sulca, que la
vida es lucha y la felicidad radica en luchar con el pueblo y para el
pueblo.
Vilma
Ortega Quispe, conciente de que la lucha por un Perú Nuevo en el Mundo
Nuevo es prolongada, comprendió que el camino de la victoria final está
sembrada de derrotas. De allí su perseverancia para elevarse como el
águila, en medio y a través de contradicciones, y orientar con firmeza
las inquietudes de su pueblo. Es así como llega a ocupar el más alto
cargo en la Federación Departamental del Club de Madres de Ayacucho
(FEDECMA). Precisamente cumpliendo el honroso encargo de las madres
ayacuchanas, emprendió viaje con destino al I Congreso de Clubes de
Madres del Valle de Río Apurímac y el Ene, donde debía disertar acerca
de “La Situación de las mujeres en los tiempos actuales y los problemas
de violencia”. En esas circunstancias, en la localidad de Tambo, se
produce el fatal accidente de tránsito. Ante esta dramática realidad, el
acucioso investigador Ramón García, refiriéndose a Vilma, concretiza:
“Combatiente ejemplar. Su propia actividad era estímulo para quienes
estaban en su entorno. Pudo llegar a la Alcaldía local, pero trampas de
oficio se lo impidieron. Sin embargo su relación con el pueblo, su vida
limpia y ejemplar la constituían en baluarte de las aspiraciones
populares”.
Con la
desaparición física de Vilma Ortega Quispe, “No solo pierde
Capillapata, no solo pierde San Juan Bautista, no solo pierde Ayacucho,
no solo pierde su entorno familiar y amical. Perdemos todos con esta
sensible pérdida”. “Que el Apu Acuchimay la tenga en su regazo. Que el
recuerdo que nos deja sea el mejor estímulo para continuar en la brega
por un mundo sin explotados ni explotadores”(RGR). He aquí la afirmación
de José Martí: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la
obra de vida”.
He
ahí el fundamento de que la muerte de Vilma Ortega Quispe pesa como la
montaña más elevada de Ayacucho. He ahí la razón de que vive y seguirá
viviendo en el corazón y el pensamiento del pueblo peruano. Y como bien
señala Miguel Aragón, “El mejor homenaje que le podemos ofrecer es sacar
fuerzas del dolor y continuar con las tareas, que tan decidida y
entusiastamente ella venía realizando”.
¡ UNA LUCHADORA POR EL CAMBIO SOCIAL, NUNCA MUERE !
Lima, 13 de Setiembre del 2005.
José Félix Damián.
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