Edición del 3/8/2013
Se sabe de las protestas de empleados e
indignados europeos, ante la crisis. El mayor costado de la misma son el
desempleo y la recesión. También estallan problemas políticos de sus
gobiernos. Latinoamérica, mucho mejor.
EMILIO MARÍN
La Unión Europea no tiene nada de qué ufanarse. De los seis miembros fundadores fue sumando naciones hasta estabilizarse en 27. Y desde el 1 de julio pasado pasó a 28, con el arribo de Croacia (el país desgajado violentamente de Yugoslavia por la acción de EE UU, la Alemania reunificada y el Vaticano, con algunos disparos de armas ilegalmente llegadas desde Argentina).
Pero ese flamante socio también está en la lona: con cinco años de recesión, supera la marca de Grecia. Su moneda (kuna) no vale nada y la desocupación juvenil es del 50 por ciento. Al sumar socios en estado tan lamentable, la balsa de la Unión sigue zozobrando.
Los otros no presentan un cuadro mucho mejor, en la parte económica y social. España y Grecia son los peores del grado, por su alto nivel de endeudamiento, el elevadísimo desempleo, las privatizaciones y la contracción del gasto público y la inversión.
Mariano Rajoy, del Partido "Popular", y Antonio Samaras, de una coalición griega de derecha, están desgastados por políticas que han agravado la ya difícil situación.
El primero está en el podio de la desocupación, con el 27 por ciento de la población económicamente activa, 6.2 millones de personas. El año pasado el trío más mentado en el viejo continente (Comisión Europea y el Banco Central Europeo con sede en Frankfurt, más el FMI) anunciaron un salvataje de miles de millones de euros para los bancos españoles. Fue un salvavidas de plomo. Según Rajoy esa "ayuda" no sería contabilizada como deuda pública, pero también en este punto el jefe de gobierno faltaba a la verdad.
No son dos, son muchos.
La contrapartida de esa supuesta colaboración consistía en la baja del déficit fiscal y el recorte de programas sociales, despidos y recortes salariales. Como era de prever, semejante medicina iba a enfermar y matar más pacientes. La economía española siguió en terapia intensiva, más grave, lo que potenció la crisis política que hoy perfora al gobierno.
Por su lado Samaras vio salir de su coalición al único grupo de centroizquierda que lo integraba, Dimar, como protesta por el vergonzoso cierre de la radio y televisión estatal (ERT) a mediados de junio. El calificativo tiene que ver con que en esos días llegaba a Atenas una comisión de los acreedores externos que habían puesto como condición para uno de los desembolsos de "ayuda" la concreción de 2.000 despidos. Y en esa emisora estatal Samaras vio el chivo expiatorio a sacrificar ante esos poderes foráneos, sin importarle que se tratara del canal preferido de la música y las transmisiones deportivas. El podio debía ser para el ajuste...
Los problemas económicos no son exclusivos de esos dos países. Un millón de británicos recibe comida de los bancos de alimentos de las ONG, según Página/12 (31/5), habiéndose triplicado esa cantidad de personas sin recursos para alimentarse, luego de la crisis comenzada en 2008. David Cameron puede echarle la culpa del inicio del drama a las administraciones laboristas anteriores -tal como lo hace en Madrid Rajoy contra el PSOE- pero eso no quita que el agravamiento de la miseria ha ocurrido bajo su gestión.
En Downing Street 10, la residencia del primer ministro, se mantiene un ajuste del gasto público hasta 2018, con la peregrina idea de que así se podrá salir con una economía saneada. Error. En estas condiciones, eso es el "largo plazo" y en él, "estaremos muertos", como ironizaba John M. Keynes.
Reafirmando esa línea de ajuste, a fines de junio el ministro británico de Economía, George Osborne, anunció recortes presupuestarios por otros 17.700 millones de dólares y el despidos de 144.000 empleados públicos. Todas las partidas gubernamentales bajan. ¿Todas? No. La única que sube es la de los servicios de inteligencia, que aumentará 3,4 por ciento "ante la creciente preocupación por el terrorismo" (LA ARENA 27/6).
Protestas por doquier.
Las perspectivas europeas son muy sombrías. La economía británica, en el mejor de los casos y según la OCDE, crecería 0,8 por ciento en 2013, pero quizás el ajuste se lleve puesto también esa levísima mejoría. Para el conjunto de los 28 socios comunitarios la presunción es que la economía se contraerá 0,4 por ciento, lo que parece más realista. España y Grecia, Portugal y Croacia, Reino Unido e Italia están en plena tormenta, que se prolonga más de la cuenta; otros miembros relativamente más sólidos, como Francia, están en un trance parecido.
Alemania, que actúa como jefe del grupo e impone condiciones a los demás, en su propio beneficio (en rigor de sus bancos y monopolios exportadores), también afronta serias dificultades. Esto ha mellado el poder de la canciller Angela Merkel, hasta hace poco la mandona continental.
Así las cosas se entiende que cada mes crezcan las huelgas y protestas de los empleados, sobre todo los del sector estatal, los más sometidos a la tortura del achique. En junio pasado hubo marchas en varias ciudades, sobre todo Lisboa, Madrid y Frankfurt, repudiando aquellas recetas de la "troika" CE-BCE-FMI.
Ese incremento de la protesta social, de evidente sentido político progresivo, no alcanzó todavía una envergadura política propiamente dicha, con organizaciones partidarias y frentistas que supongan una alternativa de poder. Por ahora las expresiones de ese descontento son variados y heterogéneas, como la centro-izquierdista Sirysa en Grecia o el confuso y "antipolítico" Movimiento 5 Estrellas de Italia. Cierta revitalización de la socialdemocracia en España, donde el PSOE aprovecha la crisis de Rajoy para pedir su renuncia, no supone un avance en la dirección que necesitan los trabajadores y sectores populares. Tony Blair y Gordon Brown en Inglaterra y Felipe González y José L. Rodríguez Zapatero en España ya mostraron que la llamada originalmente "tercera vía" es una vía muerta.
Algo nuevo que no termina de nacer.
La explicación gramsciana de que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer puede servir de marco para entender a Europa.
Es desgarrador el desempleo juvenil. Antonio Rondón, de Prensa Latina, tituló una nota "Europa, la hipoteca del futuro", en referencia a la situación sin salida para más de 13 millones de jóvenes. Citó a la agencia de estadísticas Eurostat: "España y Grecia contaban en mayo de este año con 56,5 y 59,2 por ciento, respectivamente, de jóvenes sin empleo; Portugal llegaba a 42,1, mientras Irlanda, Bulgaria, Chipre, Letonia, Hungría y Eslovaquia se acercaban o rebasaban el 30 por ciento". El 15 por ciento de los jóvenes son de la "Generación Ni-Ni" (ni trabajan, ni estudian), lo que causa pérdidas económicas semanales por tres mil millones de euros.
Aunque los gobernantes europeos digan estar muy preocupados por el desempleo juvenil, destinaron apenas 6.000 millones de dólares para programas que atiendan esa problemática. En tanto, subsidiaron con varios centenares de miles de millones de dólares a los bancos, grandes responsables de la crisis.
Esa situación objetiva ya hizo caer a varios gobiernos, aún sin una solución popular. La continuidad de la crisis del capital financiero y monopolista va a impulsar nuevos aires políticos, más temprano o más tarde.
Latinoamérica mucho mejor.
Ayer se publicaron dos patéticas fotografías de la crisis de gobiernos europeos, sobre Mariano Rajoy y Silvio Berlusconi.
El español debió debatirse durante varias horas en el parlamento, como trucha fuera del agua, bajo acusaciones de complicidad con el ex tesorero del PP, actualmente en prisión, que tenía en bancos suizos 48 millones de euros. Esa plata había financiado ilegalmente al partido y sus dirigentes, incluido Rajoy.
El italiano fue condenado a 4 años de cárcel por evasión fiscal de su emporio mediático, que importaba películas a precios exorbitantes y así blanqueaba dinero y lo depositaba en el exterior. Tiene más de 30 procesos penales en su contra, pero esta fue la primera condena firme.
Esa decadencia, corrupción y ajustes antipopulares caracterizan a los liberales, socialdemócratas, socialcristianos, laboristas, tecnócratas y demás gerentes del gran capital.
En comparación, los países latinoamericanos que han emprendido en los últimos años un rumbo opuesto al neoliberalismo, tienen mejores resultados. En este sentido tiene razón la presidenta argentina cuando encomia la Asignación Universal por Hijo, los aumentos jubilatorios, la creación de empleos, el mayor presupuesto a Educación, etc. Esto es así, aún con el serio límite del 32 por ciento de trabajo informal.
Evo Morales, al cerrar ayer en Cochabamba la Cumbre Antiimperialista de los Pueblos, puso de resalto las conquistas sociales, en títulos agrarios, abasto de agua y ayuda a los más desfavorecidos. Según el Banco Central de Bolivia, las reservas internacionales llegan a 14.205 millones de dólares.
Es el mismo Evo al que el 2 de julio cuatro gobiernos europeos no lo dejaron sobrevolar con su avión oficial, poniendo en riesgo su vida. El aymara es sabio y cura; los doctores siguen con la carnicería del FMI.
EMILIO MARÍN
La Unión Europea no tiene nada de qué ufanarse. De los seis miembros fundadores fue sumando naciones hasta estabilizarse en 27. Y desde el 1 de julio pasado pasó a 28, con el arribo de Croacia (el país desgajado violentamente de Yugoslavia por la acción de EE UU, la Alemania reunificada y el Vaticano, con algunos disparos de armas ilegalmente llegadas desde Argentina).
Pero ese flamante socio también está en la lona: con cinco años de recesión, supera la marca de Grecia. Su moneda (kuna) no vale nada y la desocupación juvenil es del 50 por ciento. Al sumar socios en estado tan lamentable, la balsa de la Unión sigue zozobrando.
Los otros no presentan un cuadro mucho mejor, en la parte económica y social. España y Grecia son los peores del grado, por su alto nivel de endeudamiento, el elevadísimo desempleo, las privatizaciones y la contracción del gasto público y la inversión.
Mariano Rajoy, del Partido "Popular", y Antonio Samaras, de una coalición griega de derecha, están desgastados por políticas que han agravado la ya difícil situación.
El primero está en el podio de la desocupación, con el 27 por ciento de la población económicamente activa, 6.2 millones de personas. El año pasado el trío más mentado en el viejo continente (Comisión Europea y el Banco Central Europeo con sede en Frankfurt, más el FMI) anunciaron un salvataje de miles de millones de euros para los bancos españoles. Fue un salvavidas de plomo. Según Rajoy esa "ayuda" no sería contabilizada como deuda pública, pero también en este punto el jefe de gobierno faltaba a la verdad.
No son dos, son muchos.
La contrapartida de esa supuesta colaboración consistía en la baja del déficit fiscal y el recorte de programas sociales, despidos y recortes salariales. Como era de prever, semejante medicina iba a enfermar y matar más pacientes. La economía española siguió en terapia intensiva, más grave, lo que potenció la crisis política que hoy perfora al gobierno.
Por su lado Samaras vio salir de su coalición al único grupo de centroizquierda que lo integraba, Dimar, como protesta por el vergonzoso cierre de la radio y televisión estatal (ERT) a mediados de junio. El calificativo tiene que ver con que en esos días llegaba a Atenas una comisión de los acreedores externos que habían puesto como condición para uno de los desembolsos de "ayuda" la concreción de 2.000 despidos. Y en esa emisora estatal Samaras vio el chivo expiatorio a sacrificar ante esos poderes foráneos, sin importarle que se tratara del canal preferido de la música y las transmisiones deportivas. El podio debía ser para el ajuste...
Los problemas económicos no son exclusivos de esos dos países. Un millón de británicos recibe comida de los bancos de alimentos de las ONG, según Página/12 (31/5), habiéndose triplicado esa cantidad de personas sin recursos para alimentarse, luego de la crisis comenzada en 2008. David Cameron puede echarle la culpa del inicio del drama a las administraciones laboristas anteriores -tal como lo hace en Madrid Rajoy contra el PSOE- pero eso no quita que el agravamiento de la miseria ha ocurrido bajo su gestión.
En Downing Street 10, la residencia del primer ministro, se mantiene un ajuste del gasto público hasta 2018, con la peregrina idea de que así se podrá salir con una economía saneada. Error. En estas condiciones, eso es el "largo plazo" y en él, "estaremos muertos", como ironizaba John M. Keynes.
Reafirmando esa línea de ajuste, a fines de junio el ministro británico de Economía, George Osborne, anunció recortes presupuestarios por otros 17.700 millones de dólares y el despidos de 144.000 empleados públicos. Todas las partidas gubernamentales bajan. ¿Todas? No. La única que sube es la de los servicios de inteligencia, que aumentará 3,4 por ciento "ante la creciente preocupación por el terrorismo" (LA ARENA 27/6).
Protestas por doquier.
Las perspectivas europeas son muy sombrías. La economía británica, en el mejor de los casos y según la OCDE, crecería 0,8 por ciento en 2013, pero quizás el ajuste se lleve puesto también esa levísima mejoría. Para el conjunto de los 28 socios comunitarios la presunción es que la economía se contraerá 0,4 por ciento, lo que parece más realista. España y Grecia, Portugal y Croacia, Reino Unido e Italia están en plena tormenta, que se prolonga más de la cuenta; otros miembros relativamente más sólidos, como Francia, están en un trance parecido.
Alemania, que actúa como jefe del grupo e impone condiciones a los demás, en su propio beneficio (en rigor de sus bancos y monopolios exportadores), también afronta serias dificultades. Esto ha mellado el poder de la canciller Angela Merkel, hasta hace poco la mandona continental.
Así las cosas se entiende que cada mes crezcan las huelgas y protestas de los empleados, sobre todo los del sector estatal, los más sometidos a la tortura del achique. En junio pasado hubo marchas en varias ciudades, sobre todo Lisboa, Madrid y Frankfurt, repudiando aquellas recetas de la "troika" CE-BCE-FMI.
Ese incremento de la protesta social, de evidente sentido político progresivo, no alcanzó todavía una envergadura política propiamente dicha, con organizaciones partidarias y frentistas que supongan una alternativa de poder. Por ahora las expresiones de ese descontento son variados y heterogéneas, como la centro-izquierdista Sirysa en Grecia o el confuso y "antipolítico" Movimiento 5 Estrellas de Italia. Cierta revitalización de la socialdemocracia en España, donde el PSOE aprovecha la crisis de Rajoy para pedir su renuncia, no supone un avance en la dirección que necesitan los trabajadores y sectores populares. Tony Blair y Gordon Brown en Inglaterra y Felipe González y José L. Rodríguez Zapatero en España ya mostraron que la llamada originalmente "tercera vía" es una vía muerta.
Algo nuevo que no termina de nacer.
La explicación gramsciana de que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer puede servir de marco para entender a Europa.
Es desgarrador el desempleo juvenil. Antonio Rondón, de Prensa Latina, tituló una nota "Europa, la hipoteca del futuro", en referencia a la situación sin salida para más de 13 millones de jóvenes. Citó a la agencia de estadísticas Eurostat: "España y Grecia contaban en mayo de este año con 56,5 y 59,2 por ciento, respectivamente, de jóvenes sin empleo; Portugal llegaba a 42,1, mientras Irlanda, Bulgaria, Chipre, Letonia, Hungría y Eslovaquia se acercaban o rebasaban el 30 por ciento". El 15 por ciento de los jóvenes son de la "Generación Ni-Ni" (ni trabajan, ni estudian), lo que causa pérdidas económicas semanales por tres mil millones de euros.
Aunque los gobernantes europeos digan estar muy preocupados por el desempleo juvenil, destinaron apenas 6.000 millones de dólares para programas que atiendan esa problemática. En tanto, subsidiaron con varios centenares de miles de millones de dólares a los bancos, grandes responsables de la crisis.
Esa situación objetiva ya hizo caer a varios gobiernos, aún sin una solución popular. La continuidad de la crisis del capital financiero y monopolista va a impulsar nuevos aires políticos, más temprano o más tarde.
Latinoamérica mucho mejor.
Ayer se publicaron dos patéticas fotografías de la crisis de gobiernos europeos, sobre Mariano Rajoy y Silvio Berlusconi.
El español debió debatirse durante varias horas en el parlamento, como trucha fuera del agua, bajo acusaciones de complicidad con el ex tesorero del PP, actualmente en prisión, que tenía en bancos suizos 48 millones de euros. Esa plata había financiado ilegalmente al partido y sus dirigentes, incluido Rajoy.
El italiano fue condenado a 4 años de cárcel por evasión fiscal de su emporio mediático, que importaba películas a precios exorbitantes y así blanqueaba dinero y lo depositaba en el exterior. Tiene más de 30 procesos penales en su contra, pero esta fue la primera condena firme.
Esa decadencia, corrupción y ajustes antipopulares caracterizan a los liberales, socialdemócratas, socialcristianos, laboristas, tecnócratas y demás gerentes del gran capital.
En comparación, los países latinoamericanos que han emprendido en los últimos años un rumbo opuesto al neoliberalismo, tienen mejores resultados. En este sentido tiene razón la presidenta argentina cuando encomia la Asignación Universal por Hijo, los aumentos jubilatorios, la creación de empleos, el mayor presupuesto a Educación, etc. Esto es así, aún con el serio límite del 32 por ciento de trabajo informal.
Evo Morales, al cerrar ayer en Cochabamba la Cumbre Antiimperialista de los Pueblos, puso de resalto las conquistas sociales, en títulos agrarios, abasto de agua y ayuda a los más desfavorecidos. Según el Banco Central de Bolivia, las reservas internacionales llegan a 14.205 millones de dólares.
Es el mismo Evo al que el 2 de julio cuatro gobiernos europeos no lo dejaron sobrevolar con su avión oficial, poniendo en riesgo su vida. El aymara es sabio y cura; los doctores siguen con la carnicería del FMI.
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