viernes, 13 de septiembre de 2019

EL DESAFÍO TEÓRICO DE LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA.

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La Izquierda en Debate
 
EL DESAFÍO TEÓRICO DE
 
LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA.
 
Resumen presentando por Jerson Arias.
         LA ORFANDAD DE LA ESTRATEGIA
         América Latina a pesar de experimentar importantes procesos de transformación, de ser un continente de revoluciones y contrarrevoluciones, de contar con fuertes capacidades analíticas y grandes dirigentes revolucionarios, a pesar de ello no produjo un pensamiento estratégico capaz de orientar la acción práctica de los diferentes procesos, no produjo la teoría de su propia práctica teniendo en cuenta sus condiciones particulares, sus contradicciones, sus movimientos, sus contextos, sus subjetividades, en fin sus condiciones concretas para el desarrollo de rupturas que le abrieran espacio a nuevas realidades para el empoderamiento de los sectores populares como protagonistas de los cambios de una sociedad.
         Las estrategias históricas de la izquierda han contado con vigorosos partidos socialistas y comunistas para su liderazgo, con movimientos nacionalistas y grupos guerrilleros que condujeron experiencias como la revolución cubana, el gobierno de Salvador Allende, los gobiernos pos-neoliberales, entre otros, pero no se realizaron balances críticos de estas experiencias que permitieran y permitan la elaboración de nuevas propuestas, al día de hoy parece que se mantiene esta actitud, las nuevas realidades en Latinoamérica no incentivan la elaboración teórica, parece que se mantiene la práctica de adoptar estrategias externas producto de los vínculos internacionales como la internacional comunista en su momento, situación que dificultó analizar las realidades concretas de cada país Latinoamericano, en otras palabras, las experiencias prácticas no se encontraban con las reflexiones teóricas para la construcción de pensamiento estratégico, por ejemplo, la movilización liderada por Augusto Sandino “nació de condiciones concretas de resistencia a la ocupación estadunidense y expresaron formas directas de nacionalismo antiimperialista”, sin embargo, no se teorizó para la elaboración de una línea de acción estratégica, sino simplemente respondieron en la práctica a las demandas económicas, sociales y políticas que exigía el momento. Las orientaciones de la internacional comunista no tuvieron “en cuenta las condiciones particulares de América Latina”, es decir, los soviéticos exportaban las ideas de su propia experiencia, su línea de “clase contra clase” respondía a las condiciones particulares de la Unión Soviética, y los frentes antifascistas respondía a la expansión de los regímenes en Europa.
         Resultado de adoptar mecánicamente estas ideas por parte de los procesos de izquierda latinoamericanos generaron interpretaciones que no coincidían con su realidad, por ejemplo, “el Frente Popular en Chile importó el lema antifascista sin que el fascismo se hubiera expandido por el continente”, el fascismo europeo se relacionó con el nacionalismo y el antiliberalismo, incluso este nacionalismo europeo estuvo marcado por el chauvinismo, es decir, “la supuesta superioridad de un Estado nacional sobre los otros” una exaltación exagerada de lo nacional con respecto a lo extranjero. Otros efectos de esta transposición mecánica en Latinoamérica llevaron a que partidos comunistas caracterizaran por ejemplo a Juan Domingo Perón y a Getulio Vargas como reproductores del fascismo en América Latina.
         El Partido Comunista de la Argentina, por ejemplo, se alió contra Perón en las elecciones de 1945, no sólo con el candidato liberal del Partido Radical, sino también con la Iglesia y la embajada estadunidense, respondieron a la idea de que toda alianza contra el mayor enemigo, el fascismo, era válida.
         Situación similar pudo haber pasado con la orientación del Partido Comunista Colombiano al catalogar en su momento a Jorge Eliecer Gaitán como fascista y no lo apoyaron en las elecciones presidenciales de 1946, en su lugar apoyaron a Gabriel Turbay, candidato oficial del liberalismo, decisión que resultó incompresible para los obreros y campesinos que apoyaban a Gaitán. Además, la mayor confusión no sólo se presentó al relacionar los Nacionalismos en Latinoamérica con el Fascismo en Europa, sino también con el liberalismo, que en Europa se asemejaba a la burguesía en ascenso y relacionada con las libertades individuales y el desarrollo de la industria, mientras que en América Latina el liberalismo está relacionada al libre comercio de las oligarquías primario exportadoras.
         Se puede ver que la adopción de planteamientos de otras latitudes genera confusión al momento de orientar los procesos políticos locales, por ello, la importancia de un análisis concreto de las condiciones específicas de las realidades latinoamericanas, tarea que si hicieron José Carlos Mariátegui en Perú y el Chileno Luis Emilio Recabarren, sin embargo los partidos comunistas a los que pertenecían no tuvieron en cuenta sus análisis, terminaron siendo análisis teóricos aislados que no fueron tomados en cuenta por la izquierda. Así mismo, los nacionalismos asumidos por la izquierda latinoamericana como concepción de frente popular pluriclasista y antiimperialista no fueron teorizados por la izquierda, sin embargo en el caso de la revolución boliviana de 1952 se presentaron algunos esbozos interpretativos de la lucha nacionalista pluriclasista y anti-oligárquica que se libraba en ese momento, logrando identificar reformas agrarias con contenido popular, nacionalización de sectores estratégicos de la economía y alianzas obreros campesinas que posibilitaron la teorización de un embrionario movimiento anticapitalista.
         Si bien se produjo bibliografía de algunos procesos nacionalistas militares en Perú, Ecuador Honduras, el proceso Nicaragüense, y el proceso de la Unidad Popular en Chile también generó una vasta bibliografía, sin embargo, según el documento no produjeron análisis de balance que generaran teoría estratégica que pudiese orientar de mejor manera las experiencias venideras de los procesos latinoamericanos.
         Ya entrando los años 90, desaparición del campo socialista y retorno a un mundo unipolar bajo la hegemonía imperial de Estados Unidos, entran en escena las experiencias neoliberales en América Latina, la inserción de los países del continente en el mercado mundial a través de la apertura neoliberal, el debilitamiento de los Estados nacionales y la sociedad de consumo, políticas que los diferentes gobiernos ayudaron a extender incluidos aquellos de corte nacionalista y socialdemócrata, como un nuevo proyecto de organización de la sociedad que iba más allá de un orden económico, contexto que también afecta a Cuba durante el llamado periodo especial. En este nuevo contexto, donde sale triunfante un solo relato, el del capitalismo como única forma de interpretación del mundo, situación que también genera despolitización de las izquierdas, un ejemplo de ello lo podemos ver en el fenómeno de la “Izquierda Social, si se puede considerar de esa manera según el autor” que lideró Lula en Brasil, que consiste NO en generar rupturas con el orden dominante, sino más bien en mejorar las condiciones de vida de la masa trabajadora, del pueblo o del país, según el lenguaje utilizado.
         Por lo anterior, se puede constatar que la crisis hegemónica latinoamericana en la actualidad es producto de la falta de teorización de sus procesos de revoluciones y contrarrevoluciones, de la falta de investigación de sus realidades específicas, si quiera de balances de las experiencias positivas o negativas anteriores, en otras palabras, faltan las armas teóricas mínimas para una actualización del pensamiento estratégico latinoamericano que posibilite la construcción de proyectos hegemónicos alternativos y de nuevos bloques sociales y políticos que abran espacios de irrupción de otra sociedad que rompa con las lógicas de lo establecido, la teoría que nos permita ir más allá de una simple estrategia social de resistencia al neoliberalismo, encapsulada en las luchas abstractas de una mítica “sociedad civil”, en el reduccionismo de las “autonomías de los movimientos sociales”, en desmedro o no ligadas a las posiciones partidarias de ruptura y a la construcción de poder desde los gobiernos.
         En el momento actual, el contexto de las luchas posneoliberales en América Latina exigen nuevos retos teóricos que deben darse al calor de la práctica política desde las organizaciones de base campesinas, indígenas, trabajadores, populares, académicas, y también desde las experiencias prácticas de gobiernos alternativos, teniendo en cuenta que atravesamos por otro momento histórico y que “requiere reflexiones y propuestas estratégicas orientadas según las coordenadas de las nuevas formas de poder”. Para ello, las propuestas del grupo boliviano Comuna constituyen un conjunto de reflexiones y elaboraciones teóricas de provecho para los procesos latinoamericanos, Comuna, un ejemplo de la “capacidad de conjugar trabajos académicos y análisis individuales de gran creatividad teórica” como García Linera, al tiempo que desarrollan intervenciones políticas directas en la transformación de la realidad y generando condiciones para el empoderamiento popular o plebeyo, ello, en contraste con la tradición de una práctica teórica de la izquierda esencialmente concentrada en las universidades, así mismo, la experiencia del grupo boliviano Comuna introdujo temas que tradicionalmente han estado alejados de la dinámica de la reflexión académica, como el de los pueblos originarios, la nacionalización de los recursos naturales, la integración regional, el nuevo nacionalismo y el pos-neoliberalismo, por el contrario, las instituciones universitarias han preferido continuar con las matrices fragmentadas de las realidades sociales en las cuales prima la especialización o fragmentación del pensamiento en distintas esferas como la económica, social, política, jurídica, y cultural. Y en este mismo sentido, “se abandonaron los modelos analíticos generales y se abrazó el posmodernismo con las consecuencias señaladas por Perry Anderson: estructuras in historia, historia sin sujeto, teorías sin verdad, un verdadero suicidio de la teoría y de cualquier intento de explicación racional del mundo y de las relaciones sociales”.
         Los anteriores, temas esenciales para las estrategias de poder, como el poder mismo, el Estado, las alianzas, la construcción de bloques alternativos de fuerzas, el imperialismo, los análisis de correlación de fuerzas, los procesos de acumulación de fuerzas, el bloque hegemónico, entre otros, quedaron desplazados, en especial a medida que los movimientos sociales pasaron a ocupar un lugar protagónico en las luchas anti-neoliberales”.
         Por ello, para pasar de una etapa de defensiva frente al neoliberalismo a una etapa de disputa por la hegemonía es necesario recuperar estas temáticas, como el grupo Comuna lo ha afirmado o Chávez lo ha enunciado en sus discursos, fundamental para la actualización de la teoría en el momento histórico actual, para la elaboración de alternativas políticas concretas y no quedarnos en la simple denuncia, situación que hace que se distancie el trabajo intelectual del movimiento popular, quedando este acéfalo, es decir, condenado a ejercicios empíricos de ensayo y error sin apoyo de la reflexión teórica comprometida con los procesos de transformación existentes. Por ello, es fundamental apropiarnos críticamente de las reflexiones teóricas de los procesos latinoamericanos y no refugiarnos en el cómodo camino de los textos clásicos, situación que sólo nos conduce a la derrota segura. Por el contrario, el desafío es encarar las contradicciones de la historia en las condiciones concretas latinoamericanas para avanzar en la construcción de una propuesta pos-neoliberal, como se atrevieron a escudriñar en la historia boliviana, especialmente a partir de 1952 el grupo Comuna de Bolivia.
         REFORMA Y/O REVOLUCIÓN
         En las últimas décadas, la izquierda ha oscilado entre proyectos reformistas y proyectos de ruptura, con respecto al primero, las reformas sin romper con el sistema dominante es reproducir de forma asfixiante las relaciones sociales, políticas y culturales existentes, y por otro lado, las proyecciones estratégicas sin vínculos profundos que conquisten el corazón y mente del pueblo se convierten en cómodas estrategias sectarias. Por ende, las propuestas exitosas fueron aquellas que combinaron modalidades de reformas con luchas destinadas a conquistar el poder, o siguiendo la idea de Trotsky del programa “de transición” que consiste en reformas que el sistema dominante no es capaz de tolerar, es decir, que al mismo tiempo golpea el statu quo, decisiones que apuntan a despertar las contradicciones y despertar la conciencia social al respecto, por ejemplo la propuesta de “paz, pan y tierra en Rusia”, sin embargo en el caso de las reformismos latinoamericanos tradicionales de algunas experiencias como la Unión Popular en Chile, plantearon algunas reformas económicas paulatinas pero sin articularlas con el poder, es decir, cayó en un economicismo sin articular decisiones de poder con respecto a las fuerzas armadas, el imperialismo, la prensa privada, entre otras iniciativas, decisiones que evidencian, que no se pensaron como derrotar el poder vigente, entre otros ejemplos históricos.
         Una de las dificultades de la orientación teórica fue caer en una falsa dicotomía entre reforma o revolución, debate clásico entre Rosa Luxemburgo y Eduardo Berstein, por un lado Berstein creía que un acumulado de reformas parciales conducía al poder y la transformación anticapitalista, por el otro lado, Rosa Luxemburgo creía que las reformas conducían a una ampliación del apoyo de las bases obreras al proceso de restructuración del capitalismo, lo que Lenin llamó en su momento como crítica a Luxemburgo, “aristocracia obrera”, en otras palabras el predominio de una la clase obrera privilegiada que jalona el proceso de transformaciones. Lo cierto, fue que el reformismo tomó la connotación dominante en la historia de la izquierda, especialmente en la adecuación de los partidos socialdemócratas al y dentro del capitalismo, y las estrategias etapistas de los partidos comunistas que se quedaron en la primera etapa y nunca llegaron a generar procesos de ruptura. Este enfoque reformista, tuvo mayor influencia en los sectores de izquierda especialmente entre los años 1930 a 1970, en el contexto latinoamericano de la acumulación industrial por sustitución de importaciones, políticas orientadas a través de la CEPAL y las políticas del desarrollo y modernización, la expansión del mercado interno de consumo, y la articulación con los sistemas educativos y de salud.
         Propuestas que generaron contradicciones entre la burguesía y los trabajadores en el momento en que dejaron de ser funcionales al sistema, es decir, se produce una alianza entre el movimiento sindical, la clase media y la burguesía en la medida que ello permitía el desarrollo de la industria y su respectiva acumulación bajo la estrategia de la CEPAL de sustitución de importaciones; esta alianza se rompe cuando ya no es funcional para la burguesía y por ende para poder continuar el proceso de acumulación empieza a precarizar las condiciones laborales de los trabajadores con quienes pocos años atrás trabajaron en alianza para el desarrollo de la industria nacional, situación que se da bajo la lógica de la tasa decreciente de ganancia, el capital ahora necesita una porción mayor de la plusvalía o del trabajo del obrero, en la lógica neoliberal esta tendencia se profundiza.
         Por lo anterior, los procesos éxitos superaron esta dicotomía entre reforma y revolución, y por el contrario hicieron una combinación de ambas, siempre con estrategias que articulan teoría y práctica, realidad concreta y proposiciones teóricas, y todas nacieron de necesidades concretas de su realidad.
Gracias.
 
De: Ivan Posada Pedraza <iposada47@hotmail.com>
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fecha: 9 sept. 2019 12:24
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COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
 
13 de septiembre de 2019

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